16 de febrero de 2013

Calurosas postales de verano

Los días empiezan a "acortarse"... el verano nos castiga con sus últimos latigazos de treinta grados y pico, pero ya se respira un aire distinto en la calle. Febrero es un mes breve, que transcurre entre corsos, carnavales y feriados. Detesto los carnavales, para mí no tienen la menor gracia, quizás me divertía cuando era niño y hasta los primeros años de la adolescencia. Pero ya han perdido su encanto para mí, si es que alguna vez lo tuvieron. Las murgas y comparsas me aburren, en principio porque las que pueden verse por estos pagos carecen de brillo y colorido. A veces, no hay más que agudizar el ingenio para lograr ofrecer un lindo espectáculo, no todo es cuestión de plata. Y otra cosa que me rompe bastante las bolas es la música brasileña, excepto la bossa nova. Es distintos puntos del país se realizan corsos, pero con un sabor local, no queriendo imitar a las "Scolas do Samba". 

Estamos en plena etapa de transición hacia el otoño, estación que me agrada bastante y que nos brinda la posibilidad de hacer una vida "normal", sin tener que estar encerrado en una habitación con un ventilador a fondo. Es que no hay manera de mitigar el calor, que nos obliga a recluirnos hasta que baje un poco el sol, salvo para aquellos privilegiados que tengan una pileta. En realidad, tener una "Pelopincho" tampoco es un lujo y está relativamente al alcance de cualquiera, pero uno pasa más tiempo limpiando la pileta y echándole cloro al agua que nadando dentro de ella. Otro detalle del verano: todo el mundo parece esperar la misma hora para hacer las compras, para ir al supermercado o donde carajo sea, y hay que hacer colas interminables para comprar las dos o tres boludeces que uno consume a diario. Por suerte, este calor maldito va a ceder, más tarde que temprano, mientras los padres ya está viviendo toda la vorágine del inminente comienzo de las clases. Es la misma historia de todos los años, quizá con protagonistas diferentes, con gente que viene a Lobos porque eligió vivir aquí y otra que se va porque ya no soporta el tedio de la "tranquilidad pueblerina". Punto final.

Siempre hay una buena excusa

  Cuando pasan varios años sin que te encuentres con alguien y esa persona aparece súbitamente en escena, pueden suceder dos cosas: O que te...