17 de abril de 2013

Saliendo de la madriguera

Luego de algunos días de "impasse artístico", como diría un amigo, aquí estoy de nuevo con el blog. Finalmente ganó Nicolás Maduro en Venezuela, por muy escaso margen, y como allá no hay ballotage o segunda vuelta, la sociedad está totalmente dividida. No recuerdo las cifras en este momento, pero si hay un punto de diferencia entre los votos de Maduro y los que cosechó Capriles es mucho decir. Al día siguiente de proclamar ganador al ex canciller de Chávez, los opositores convocaron a manifestarse en las calles de Caracas. Hubo muertos, hubo confusión, desconcierto. Me hace acordar un poco al desastre que ocurrió acá luego de la muerte de Perón, cuando la Argentina era tierra de nadie y daba la impresión de que lo tan temido, el Golpe de Estado, era sólo una cuestión de tiempo. No estoy diciendo que vayan a derrocar a Maduro, me refiero a ese clima enrarecido que se palpa y se respira en la calle cuando la gente comienza a hartarse de ciertas cosas y un grupo de miserables aprovecha la ocasión para sus oscuros propósitos. 

Mañana habrá un nuevo cacerolazo en Argentina, y da la sensación de que ese hartazgo por la falta de respuestas de parte del Gobierno hace que la gente busque la manera de expresarse. Por supuesto, aquí todo puede suceder, y no sería extraño que el oficialismo gane ampliamente las próximas elecciones, no por méritos propios, sino por ineptitud ajena. No hay nada previsible en este lado del mundo, porque vivimos en el reino de la improvisación. Las leyes que se sancionan, como la reforma judicial que se pretende implementar, no son ni más ni menos que fruto de la improvisación. Los resultados de un grupo de "iluminados" que envió el proyecto al Congreso serán mucho más difíciles de asimilar y traerán consecuencias que todavía no podemos comprender en toda su dimensión. Antes los periodistas cuestionaban a los políticos, ahora los periodistas se critican entre si, desde canales oficialistas hacia el Grupo Clarín y viceversa. ¿Cuándo nos daremos cuenta de que así no vamos a ningún lado? Punto final. 

Siempre hay una buena excusa

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