Sábado por la noche en la ciudad. Va llegando a su fin un día bastante abúlico, por escasa actividad de índole cultural para cubrir periodísticamente. Lo único que concitó la atención de determinado público fue la anteúltima jornada de competencia de las Olimpíadas del Salado, pero debo reconocer que no me considero del todo idóneo para hacer una crónica deportiva. Nunca me interesaron demasiado los deportes, quizás porque la experiencia que tuve con ellos no fue la mejor. Recuerdo que jugué en la categoría "Mini" del basquet de Athletic, luego en el mismo club practiqué fútbol en la 5° División. Jugaba en el mediocampo, pero no me destaqué en ninguna de ambas disciplinas, y los entrenadores solían marginarme. No sé si eso sigue pasando, pero a determinada edad uno busca hacer amigos y divertirse, el resultado del match debería ser lo que menos importa. Por supuesto que nadie juega para perder, pero me refiero a no ser cómplices con los más chicos del exitismo estúpido, del bullying y esas tristes realidades. Recién ahora se está tomando conciencia del daño psicológico que le hacés a un pibe porque supuestamente no es habilidoso o no tiene demasiada gravitación en el campo de juego.
Como dije alguna vez, bullying existió siempre: en la escuela, en el club de barrio, en los boliches... sólo que no había un término que lo definiera y que fuera objeto de estudio. Siempre me negué a ser parte de un grupo (de supuestos amigos) que me cuestionara por cosas que carecían de sentido. La mayoría de la gente conserva pocas amistades de la época de la Secundaria, y esto se debe a que en la escuela vos compartís espacio dentro del aula con personas que no te importan en absoluto, y que simplemente están ahí porque coincidieron en la misma división que vos. Está piola reunirse de vez en cuando, pero que esos encuentros no se hagan algo rutinario porque carecen de razón de ser. No me interesa estar en contacto con gente de la cual no guardo un buen recuerdo. Creo que únicamente lo voy a hacer cuando cumpla los 25 años de egresados, y lo haré por una mera formalidad, no porque me entusiasme la idea. Pero cada uno es dueño de hacer lo que le plazca, hay gente que se emociona con esos encuentros, yo no les doy mayor importancia porque aquellos amigos que me dio la vida, están en el presente, no en un conglomerado de anécdotas que con el tiempo distan cada vez más de lo que realmente sucedió
Hoy empecé la lectura de la primera novela del escritor sueco Steig Larsson, "Los hombres que no amaban a las mujeres" (2005) y verdad es que me parece muy bien lograda, ya me devoré casi 50 páginas y tengo la intención de leerla completa, obviamente. La traducción tiene modismos propios de España, no fue hecha para el lector latino promedio, pero igual se entiende el desarrollo de la prosa. Yo tengo publicados cuatro o cinco cuentos, pero lo bueno es que cuando leés a un autor de calidad, te motiva a escribir, en un sentimiento que surge de la admiración hacia el escritor que logró pergeñar una novela notable. Siempre opto por leer cuentos, pero esta vez hice una excepción, había oído hablar de Larsson (que murió muy joven) y de la saga Millennium. A eso estoy abocado en mis ratos libres, a recorrer las páginas de este libro cuya lectura recomendaré (o no) una vez que lo termine. Pues bien, ya es hora de marcharse a dormir, pero antes de que eso ocurra, liquidar algunas páginas más (son más de 500). Punto final.
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