Marzo es un mes en que uno suele sentirse más viejo, aunque no cumpla años en el corto plazo. Es que se termina el calor asfixiante, los romances fugaces, los días de siesta (por no hablar de aquellos que pudieron tomarse vacaciones). A cambio de esto, los días se acortan en luz natural, comienzan las clases y la actividad de nuestros legisladores...cierta pesadez y estampas bucólicas se advierten en el aire, como si fueran partículas. Todo se hace más cuesta arriba para el bolsillo promedio, más aún si tenés hijos a quienes brindarles una educación con libros y útiles escolares. Yo no tengo hijos, pero sí un sobrino, y me doy cuenta del esfuerzo que debe hacer mi hermano para que no le falte nada, en todos los sentidos.
Acabo de leer una nota, en la cual se pone "blanco sobre negro", cómo estamos: la gente consume más arroz y fideos, pero con eso reemplaza a la carne y los lácteos, cuya caída en las ventas es notable. O bien se come más carne de pollo o cerdo en lugar de la vacuna. No podemos dejar de comer, y visto que no hay una solución en lo inmediato, no queda otra que buscar alternativas más económicas. Es una locura lo que cuesta un kilo de yerba, o una botella de Coca Cola. Déjense de joder, si remarcaron dos veces ya en 6 meses, una con la megadevaluación y el dólar a $ 40, y otra suba más reciente con la nueva corrida cambiaria. Con esta lamentable economía bimonetaria, nos estamos hundiendo cada vez más. Si tuviéramos otra moneda de referencia, como el euro, quizás sería distinto. Digo "quizás", porque no soy economista, aunque estoy leyendo bastante los diarios como El Cronista o Ambito porque quiero entender lo que está pasando. Entender cambia la vida, dice el famoso slogan de la Revista Noticias, y vaya si es cierto. Lo que nuestros políticos han querido siempre es fomentar la ignorancia y ocultar todo aquello que los comprometa en algo, porque nunca se han hecho cargo de nada, parece ser que la culpa es de la "herencia recibida" de quien estuvo antes, y así llevamos décadas de atraso, de pobreza y marginalidad. La marginalidad se produce cuando te sentís excluido por la sociedad, el mismo término nos da la pauta del significado. Vivís al margen de todo, porque nadie te asiste, te da trabajo, o te enseña cómo hacerlo. También puede suceder que dejen de importarte ciertas cosas, porque sos un ciudadano cero. Pobreza no es sinónimo de delincuencia, eso lo tengo bien en claro. Si los mayores delincuentes de la Argentina son ladrones de guante blanco, ¿Cómo vamos a ser tan necios de estigmatizar al pobre?
La pobreza puede empujarte a la marginalidad, pero no es una regla excluyente. Ganarse el mango todos los días es lo que tratamos de hacer quienes entendemos la sutil diferencia. Punto final.
Blog de Lobos, ARG, desde hace 18 años en la Web.
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