3 de abril de 2019

El valor de la confianza

La confianza es una virtud ligada a la credibilidad. Hay que ganársela, no queda otra. Las actitudes del día a día en el ámbito público y privado son aquellas que determinan qué tan confiables somos a los ojos de los demás. Pues bien, con un país sucede lo mismo. Como Argentina no es previsible, se vuelve poco confiable. Nadie puede asegurarle a un inversor que habrá reglas de juego claras y que las mismas se mantendrán, por lo menos, 20 años. El tiempo mínimo para desarrollar y progresar, generando empleo y mano de obra.

Pero retomando el hilo inicial de esta nota, todos los años que llevo entrevistando gente y hablando con los vecinos, hacen que ellos depositen su confianza en mí, de lo contrario me esquivarían, no me darían bola o me ignorarían. Como todos, cometí muchos errores en mi vida, no obstante eso hizo que debiera redoblar el ímpetu para ser considerado confiable, y por sobre todas las cosas, creíble. Algo fundamental en el periodismo. Si la gente no te cree, no te va a leer o escuchar en ningún medio porque supone que están mintiendo o tergiversando los hechos. 

Yo confío plenamente en mi familia y en mis amigos. Puede suceder que alguna vez me haya llevado una decepción, pero en tal caso fue porque yo analicé la realidad de otro modo que mi entorno, y todas las lecturas son subjetivas. Muchas veces recordamos las épocas en que no había contratos ni nada que se le parezca, porque la palabra valía más que un documento. Son formas de ser de una sociedad que ya no existe. Hoy todo se maneja con escribanos y abogados, me refiero a certificar firmas, hacer una transferencia, y ese tipo de trámites. 

Con mi familia nunca quise que haya de por medio una actividad lucrativa o comercial, porque es habitual que ello arruine la confianza y la amistad. Por eso, en estas breves líneas me pareció interesante indagar sobre el valor de la confianza, cómo ésta se construye en base a nuestros actos, y cómo también puede resultar totalmente socavada. No vamos a negar que existen la calumnia, la infamia, los rumores maliciosos, y la única manera responsable de responder ante eso es seguir actuando de la manera que lo venías haciendo, porque no podés decirle a los demás cómo o qué deben pensar. El que te conoce bien siempre va a confiar en vos, y eso es lo que importa. El resto, que siga hablando. Punto final. 

Dame aunque sea una mísera señal!

  Martes por la noche en la ciudad. La verdad es que no estaba del todo convencido acerca de escribir algo hoy. Pero si voy a esperar a deja...