24 de mayo de 2021

Digamos las cosas por su nombre

Pongamos las cosas en su lugar: Hay gente que tiene su situación económica resuelta y no tiene derecho (o mejor dicho, argumentos), para quejarse de nada, incluida la cuarentena actual. Y hay vecinos que viven al día y la están pasando mal, ya mismo o en los próximos días. Yo sé que probablemente pierda plata, pero renegar por eso teniendo una casa, un plato de comida, y yerba para el mate, es casi una inmoralidad que no voy a cometer. 

El año pasado, alrededor de noviembre, tuve una gripe bastante fuerte (gripe, NO COVID). No obstante, ello me hizo pensar varias cosas: 

- Mi cuerpo no es el mismo de cuando tenía 20 años, y cualquier enfermedad lleva más tiempo en curarse.

- Tuve que gastar dinero en antigripales y antibióticos, y si bien no fue una cifra exorbitante, prefiero destinarlo a comprar unas milanesas, o lo que fuere. 

- Como soy fumador, se supone que estoy más propenso a enfermedades respiratorias, y en caso de que me contagie con el infame virus, las consecuencias serían mucho peores respecto a aquel paciente que tiene sus pulmones limpios. Me controlo en cuanto a la cantidad de cigarrillos, pero sea como sea, sigue siendo tabaquismo.

- Durante ese lapso que estuve enfermo, me sumí en un bajón, depresión, o no sé bien cómo describirlo, pero las mismas limitaciones que tu cuerpo te impone te ponen mal, de pésimo humor, y sin ganas de hacer nada. Trabajé lo estrictamente necesario, "a reglamento", como dicen los gremialistas. No quiero que eso me vuelva a suceder. 

- Al ser un trabajador autónomo, cualquier obstáculo que me impida hacerlo por un tiempo prolongado me deja en la lona. Al igual que el dueño de una tienda, o de un kiosco. Nadie puede hacer el trabajo por mí, no porque yo sea irreemplazable, sino porque es un emprendimiento mío. Ojo, no me victimizo porque no tiene ningún sentido. Es lo que hay.

Entonces, como verán, hay varias cosas para poner en la balanza. No soy empresario, no tengo una concesionaria de autos, ni vivo de rentas. Por ende, me ajustaré y aguantaré hasta el 31 de mayo. Ahora bien, si transcurrido ese plazo deciden prorrogar la cuarentena, quedate tranquilo que todos vamos a estar complicados. Pero trato de no pensar en esa posibilidad. 

Insisto: comprendo que hay muchos vecinos que no pueden darse el lujo de cerrar o de atender al público en un horario reducido. Lo único que puedo hacer es seguir comprando en los almacenes y despensas que todavía quedan en los barrios. Pensá que tal vez pagues unos pesos más por un determinado producto, pero le estás dando una mano a ese comerciante que la pelea todos los días. Mientras tanto, no queda otra que continuar resistiendo.

 Para concluir, si me ven por la calle después de las 18 hs, quiero aclarar para no parecer un privilegiado ante los demás, que no estoy de paseo. Los medios de prensa estamos exceptuados de esa franja horaria, porque la información también es considerada un servicio esencial (al menos así lo entiendo yo y las autoridades que redactaron el Decreto). Nos estamos viendo pronto. Punto final. 

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