13 de mayo de 2021

Soy tu espejo

 Hola. Me presento: Soy tu espejo. Nos vemos todo el tiempo, todos los días. Soy el primero en verte a la mañana, muchas veces antes que tu mujer y tus hijos, siempre con cara de bronca mientras te lavás los dientes o te afeitás. Y cuando en el apuro te cortás la cara con la Gillette, no hay quien te aguante. Pero yo nunca digo nada. Me banco que rezongues porque no te alcanza la plata o porque te tuviste que levantar muy temprano. Cuando ibas a algunas fiesta y llegabas de madrugada con unas copas de más, me mirabas sin comprender, y yo tampoco comprendía lo que habías hecho aquella noche, pero estabas con un aspecto deplorable. Por si no lo sabías, tengo colegas míos que están en todas partes. Somos muchos espejos. Hay uno en el supermercado chino, que controla que no te lleves nada sin pagar. Aunque nos tienen un poco relegados en ese rubro, porque ahora usan cámaras que lo registran todo. Cuando ibas al Casino, te observaban también, me contaron que perdiste un montón de guita y que se lo ocultaste a tu familia porque sacaste un préstamo o cambiaste los pocos dólares que te quedaban. Pero tranquilo, a menos que vos se los digas, ellos no se van a enterar. Otro amigo que está en un hotel alojamiento dijo haberte visto con una mujer mucho más joven que vos, una tarde de julio, cuando salías de la oficina. Esos encuentros se repitieron varias veces, y una vez llevaste al mismo lugar a una chica trans, a quien le pediste sus servicios en la calle. Claro que esto último jamás se lo contarás a tus amigos cuando te juntás a comer un asado, sería para vos una ofensa a tu masculinidad. Como sabrás, en los telos está lleno de espejos, nos usan como decoración, pero guardamos muchos secretos. Deberían agradecernos de que no podemos hablar, tenemos que respetar la privacidad del cliente. 

Ojo, no todos mis colegas dicen la verdad o te cantan la posta como yo. Muchos mienten, pero lo hacen a pedido del cliente. Generalmente están en los salones de belleza o en algún que otro gimnasio, y te hacen ver más flaco de lo que realmente sos.

Nos usan para muchas cosas, como para formar las típicas bolas que están en las discotecas. Nos parten en mil pedazos y nos vuelven a juntar para ese fin, los dueños dicen que no pueden faltar, que quedan bien. La verdad es que en esos casos se nos dificulta ver, al igual que a vos, con el humo artificial y las luces estroboscópicas. Pero tengo un conocido en la barra de tragos, al fondo, donde están las botellas. Siempre nos hemos llevado bien con las botellas porque compartimos el mismo espacio. Algunos con más plata que vos construyen un quincho o una pequeña barra en su casa. Debo decir que trabajo no nos falta, siempre a uno de los nuestros lo venden en las vidrierías. Entonces despertamos del letargo y comenzamos a ser parte de la vida de un desconocido, en forma de botiquines, o de lo que fuere. Por eso te recuerdo, con tu cara de fastidio, los lunes, siempre de mal humor, mientras esperás que estén listas las tostadas. Discutís con tu pareja de una habitación a otra, vos en el baño y ella en la cocina. Es la misma escena, un eterno deja vu. Pero te reitero, yo no digo nada. Somos discretos en el gremio.

A veces me hartan tus quejas, yo soy un objeto inmóvil pero ya me las veo venir. Y tengo una vida útil, como vos también. Cuando el papel plateado que está detrás del vidrio empieza a llenarse de humedad, suele despegarse, por eso veo menos. Me hace acordar a cuando me miraste y te diste cuenta de que necesitabas anteojos. Los días posteriores te noté distinto, por los lentes obviamente. Me dijiste que preferías los lentes de contacto pero que te hinchaban mucho los ojos, así que cuando cumpliste 40 o 45 y te agarró la presbicia, me acostumbré a verte con unos anteojos bifocales que te costaron carísimo, pero querías un modelo que no te hiciera perder cierto aire juvenil. 

Muchas damas nos utilizan en un objeto que tienen en la cartera, donde se maquillan antes de alguna cita, pero ellos son mis hermanos menores, que a decir verdad llevan una vida bastante aburrida. Son cinco o seis minutos por día, y los vuelven a encerrar. Casi me olvido de contarte de que estamos en motos y automóviles, aunque pocos nos miran, por lo general lo hacen en algún embotellamiento de tránsito para putear al que va detrás, mis colegas me comentan que padecen lo mismo. Uno que trabaja de retrovisor me dijo que le dan un poco más de bola, aunque no demasiado. Teme por su vida, porque cuando hay un accidente somos los primeros en rompernos. Igual, como te dije antes, a nadie le importa, quedate tranquilo, llega otro y nos reemplaza, porque no pueden pasar la verificación técnica ni ningún control de tránsito si no tienen los espejos reglamentarios. Como comprenderás, tenemos una relación amor/odio con ustedes, pero es lo que nos toca hacer. Como la vida misma. Perdón, me entretuve hablando con vos, y no quiero romper ningún pacto de confidencialidad. Además, estamos trabajando bastante últimamente porque como hay un virus circulando, que según dicen es muy contagioso, por lo cual vos y  mucha gente pasan más tiempo en su casa. Disculpame la charla, vuelvo a permanecer en silencio hasta nuevo aviso. Nos vemos cuando te despiertes. La próxima vez, tratá de ser más educado con nosotros, o de tener empatía, cómo le llaman ahora. Bueno, eso es todo. Paso al cliente que sigue. Saludos.

No hay comentarios.:

El burro y la zanahoria

 Comienzo de la semana. Buen momento para pensar y reflexionar sobre todo lo realizado durante el finde. Bueno, ya un anticipo se los di res...