14 de julio de 2021

Sólo resta sentarse a esperar con el mate

Mitad de semana, un buen momento para escribir. Porque además, ya pasamos holgadamente la primera mitad del año. Esto no es ninguna novedad, pero inevitablemente me puse a pensar en qué hice desde enero hasta la fecha. En principio, nada del otro mundo, de lo contrario lo recordaría fácilmente. 2020 fue tan shockeante para todos que lo único que pedíamos era que desapareciera de una buena vez, creímos de un modo bastante ilusorio que la transición de un ciclo a otro, traería consigo una vuelta a lo que conocíamos como "normalidad". Hoy vemos que no es así: la gente se sigue muriendo a causa del virus, el Gobierno continúa trayendo millones de dosis de la vacuna, obviamente continuamos usando barbijo mientras en varios países de Europa la población está inmunizada en su gran mayoría y el tapabocas ha pasado a ser un ingrato recuerdo.

 En los primeros meses de este año, hubo un "relajamiento" notorio, debido al verano, y al deseo de querer volver a un status quo que también tiene que ver con esa sensación de haber dado vuelta de página. Yo tampoco estuve ajeno a eso, nos pasó a todos.  Como los informes oficiales no registraron en ese período cifras altas de contagios o fallecidos, todo ello contribuyó a que nos empeñáramos en nadar contra la corriente, pese a las advertencias de las autoridades sanitarias. Irse de vacaciones por unos días y despejar la cabeza luego de un año demoledor en todo sentido, prometía ser un buen plan para muchos. No todos pudimos hacerlo, y algunos decidimos quedarnos en la ciudad, quizás pensando en contar con el alivio momentáneo de alguna quinta con pileta, pero los precios de los alquileres se dispararon de un modo insólito y exorbitante. Simplemente, porque la demanda una de las más altas de los últimos tiempos. Y así fueron pasando los días. Dólar va, dólar viene. Hoy estamos nuevamente con la cotización de la divisa como tema de conversación. Para quienes compraron el blue a 150 pesos, ver que hoy supera los $ 175 es la mejor noticia que podrían recibir. Se sabe que, en los meses previos a las elecciones, el billete sube hasta límites insospechados, para luego entrar en una meseta durante un tiempo, si es que no interviene el Banco Central. Tal vez como yo no necesito dólares, ni tampoco podría comprarlos, mi única preocupación es que esta alza repercuta en el precio de los comestibles. Pero creo que en la última corrida que hubo, y la consiguiente remarcación en las góndolas, se tomó como referencia un dólar a $ 200, ¿Por las dudas, vio? De manera que estamos comprando en el almacén o en el súper en base a un precio que nunca llegó a plasmarse aún en las "cuevas".

Como suele ocurrir, la vorágine cotidiana hace que no lleguemos a hacer todo lo que nos propusimos. Sentimos que los días no nos rinden. A título personal, probablemente me podría haber ido mejor en varios aspectos, y no hay que soslayar qué responsabilidad nos cabe a nosotros para que las cosas sucedan. No existe el destino, ni mucho menos los predestinados. El azar, sí. 

 De a poco voy retomando viejos hábitos que me daban placer, como escuchar música y leer tantos textos interesantes que fueron quedando postergados ya sea por falta de tiempo o mera haraganería. En este momento estoy leyendo una biografía sobre el ex presidente Marcelo T. de Alvear, escrita por Félix Luna. Y un libro que recoge testimonios de las desapariciones de militantes políticos ocurridas durante la última dictadura, concretamente en Tucumán. Excelente trabajo de la periodista Sibila Camps.

Es obvio que cuando te pinta el bajón, sos un "ente": no tenés ganás de nada y sólo salís de la madriguera porque obviamente tenés que trabajar. A veces me siento desmotivado sin motivo aparente, y me bloquea en términos de creatividad. El periodismo requiere ofrecer enfoques novedosos, porque tenés que marcar la diferencia. Si no, todas las notas de todos los medios serían iguales.

Nunca me gustaron las tareas domésticas (en realidad creo que a nadie), pero de vez en cuando me pongo las pilas y emprendo una limpieza completa de mi cuarto, o de la cualquier ambiente de la casa. Lavo los pisos con lavandina, ordeno la ropa del placard, y voy descartando todo aquello que ocupe lugar innecesario. Insisto bastante en lo beneficioso y sanador que es desapegarse de objetos que no revisten utilidad alguna, o que nos remiten a un pasado al cual no queremos volver. 

Hoy, mientras iba al súper, trataba de elucidar por qué la guita rinde tan poco. La explicación más sencilla es que el poder de compra se redujo, es decir: el poder adquisitivo no es suficiente para los que vivimos con lo puesto. Los alimentos están caros, y a diferencia de otros productos, necesitamos de ellos para subsistir.

Si vas al Mercado Central, hay que tener en cuenta el gasto de combustible y peajes para amortizar la compra que vayas a hacer. Una buena opción es que dos o tres familias se pongan de acuerdo para comprar las frutas y verduras y en ese caso sí te rinde, porque los precios son mucho más baratos que en cualquier comercio del ramo, al no haber intermediarios. Los puestos son casi infinitos, y hasta hace unos años la fachada del edificio estaba "decorada" por un enorme cartel: "Clarín miente". La única mentira es seguir creyendo que vamos bárbaro, que no hay inflación y que el INDEC es un organismo estatal impoluto. Los medios hacen su juego en función a los intereses comerciales a los cuales responden. No hay misterio en eso, siempre ha sido así, por eso no es causal que lo primero que diga un funcionario acusado de corrupción o de otro delito es: "Es una campaña de desprestigio en mi contra". Si las pruebas son irrefutables, haya o no campaña de por medio, las cosas van decantando por sí mismas. Nos estamos viendo pronto. Punto final. 

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