30 de octubre de 2021

Somos una pieza más del tablero, cualquier otra aspiración es vanidad

 No es más inteligente quien se considera a sí mismo que lo es. Ese es el  principal error, más aún si un grupo de aduladores lo hizo creer que es depositario de tal condición . Es el mismo personaje que se jacta de los libros que ha escrito o leído, o bien de sus pinturas y fotografías. Hay gente que tiene un ego claramente exacerbado, por Dios! En realidad, más que ego, lo llamaría vanidad. Porque el ego, si lo ejercitás en dosis razonables, te ayuda a levantar la autoestima y ser consciente de lo que valés como persona.

Como les decía, esta clase de personas es insoportable. Inclusive en un pueblo chico donde se supone que "nos conocemos todos", te quieren enseñar a vivir, a pensar, y te explican por qué tal cosa es de tal manera. Los soberbios son lobos con piel de corderos, por eso merecen mi desprecio. El mismo desprecio que ellos tienen para el resto de los mortales, puesto que se consideran en un sitial superior. Vaya uno a saber quién los convenció de que  son más que los demás.

Pero ahí van por la vida, a veces con un libro o una carpetita debajo del brazo, o si nos remontamos lo que sucedía en otras épocas, leyendo algún diario supuestamente "progre" (como fue La Opinión en los '70, por eso se lo llamó burlonamente como "el diario del sobaco").


Me resulta una tontería asumir la pose de bohemios y "modernos". Modernos, esa palabra tan de moda entre los porteños de los '80 para calificar a un grupo urbano que se distinguía por su sectarismo intencional y supuestamente "cool" que Federico Moura inmortalizó y satirizó en un canción. Nada más sensato que ubicarse como lo que ello representa. Inclusive si sos un artista, el trabajo es metódico y sostenido. Los grandes escritores no se la pasan durmiendo la siesta, ni tomando café o whisky todo el día.


 Por supuesto que hay lobenses que poseen una inteligencia genuina, pero por lo general no hacen alarde de ello. Simplemente no les interesa, y esa sencillez es lo que los hace más grandes. El inteligente se adapta, navega en aguas turbulentas. El necio, tropieza ante cada dificultad porque da vueltas siempre en torno a lo mismo. Todos tenemos algo de necedad, y de vez en cuando, algún destello de inteligencia e intuición. Precisamente, quien adopta una postura intelectualoide, se cree el centro del Universo, y  a su vez, su mayor deseo es acaparar la atención en cualquier reunión social. Esos tipos son repulsivos, porque no se hacen cargo de su propia mediocridad.

Por otra parte, mientras esta gente se siente satisfecha y halagada por haber salido en el recuadrito de un diario que al día siguiente se usa para envolver los huevos en el almacén, hay otra realidad. La de los pibes que le ponen pilas de verdad a lo que hacen. Trabajar y estudiar es muy difícil, realizar ambas cosas requiere de un esfuerzo superlativo, y de tener el temple necesario para no claudicar en la carrera que estás cursando. Porque puede suceder que te hagan una oferta por un buen sueldo, y ello te incentive a dejar de estudiar. Al cabo de unos años, posiblemente te arrepientas de esa decisión (o no). Es algo que Sabato menciona en su ensayo "Hombres y engranajes", o si querés un ejemplo más conocido, Charles Chaplin en "Tiempos Modernos", y me refiero al concepto del capitalismo sin ser de izquierda tampoco. El enfoque es más amplio, por eso no puede reducirse sólo a un sentido ideológico. Lo común es que laburás (todos lo hacemos) para tener un autito y una casa, todos los días de tu vida, y cuando llega el momento de disfrutar lo conseguido ya sos demasiado viejo, enfermo, estresado, desganado, tus hijos se fueron a vivir solos, y vos recibís la jubilación mínima.. excepto en determinados empleos que tienen un régimen distinto. Por no mencionar que tengas que reclamarle a PAMI que te cubra los remedios. Los países de Oriente respetan a los ancianos. En Occidente, son un estorbo, como una botella descartable. No por nada, las personas más longevas (que lograron superar los 100 años) vivieron en Japón o en otros países asiáticos. Punto final.


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