21 de julio de 2022

Nada más que decir

 Trato de no pensar (o de no enroscarme), por eso no he escrito nada en los últimos días. Lo que está pasando me supera totalmente,no hay nada que yo pueda hacer para mitigar el impacto.

La verdad, nunca una crisis me tocó tan de cerca, ni siquiera la de 2001, porque yo en aquel momento era mucho más joven e indiferente a lo que ocurría. Lo que estamos viendo ahora es que cada día tenemos un despertar peor que el anterior. Avanza arrasando con todo a su paso. El final es incierto, pero obviamente no terminará de la mejor manera. 

Ahora son los peronistas los que insinúan a los macristas un acuerdo para cogobernar, una vocación dialoguista mal disimulada que persigue como objetivo no asumir toda la responsabilidad que les cabe. Desde luego, desde la vereda de enfrente se negaron a aceptar una petición de ese tipo, como hicieron los peronistas cuando el barco de De la Rúa se hundía y el ex Presidente lanzó un llamado a un acuerdo social. Hace rato ya que no lo nombran a Macri, quizás porque comprendieron que el rédito político que le otorga es nulo. La puja es hacia adentro, criticando con dureza a Guzmán por haber renunciado cuando la realidad es que el ex Ministro había agotado todas las instancias posibles. No le perdonan que haya acordado un entendimiento con el FMI, único camino posible para no caer en default, algo que si todo sigue como hasta ahora, terminará ocurriendo otra vez.

El desconcierto en que vivimos es absoluto, no sólo por los precios. Las medidas que pretenden tomar los funcionarios son demasiado tibias, acá hay que aplicar una política de shock, pero no para dinamitar lo poco que queda de la clase media, sino para poner fin a la especulación que ellos mismos están alimentando. Este año hubo una cosecha récord de soja, sin embargo, los grandes productores no liquidan los dólares porque saben que aumentará y que el escenario es muy turbulento.  

Podríamos autoengañarnos y pensar que está todo bien, o que esto pasará, pero las evidencia son demasiado claras como para sustentar un relato optimista. El peronismo acepta negociar con los opositores cuando está con la soga al cuello, de lo contrario los desprecia. Jamás va a concederle méritos al ocasional adversario. Pero acá pensar en el peronismo como problema en sí es un error, lo que debemos repudiar es la inmoralidad y el desparpajo en que se manejan. Lo único que los importa es salvar la ropa, y como suele decirse, "el último que apague la luz". 

Hablando de luz, en lugar de complicarle la vida a la gente con ese formulario de mierda, hubieran aumentado las tarifas a un nivel módico (15 o 20 %), y listo, después de forma progresiva eso se podría ir revisando. Mientras ellos se empeñan en seguir destruyendo al país, yo y el común de la gente tenemos que seguir viviendo con un puñado de billetes que van perdiendo su valor de un modo vertiginoso y frenético. Ya no hay margen para una puja de poder en el oficialismo, porque cada uno hace la suya, y esa falta de decisiones claras se pone en evidencia en la histeria de Cristina y el autismo de Alberto. El vínculo entre ellos, que ilusoriamente muchos creyeron real, se rompió tan pronto como la Vice empezó a marcarle la agenda a un Presidente que ostenta ese título de un modo meramente decorativo. 

Hijos de puta, lo de ahora y los de antes. ¿Acaso merecen otro calificativo? Yo no tengo compromisos políticos con nadie y mi voto no es cautivo. La gente se caga de hambre y ustedes siguen sin poder cortar la joda del dólar. Cómo se ve que nunca fueron a comprar un paquete de fideos o de harina. Cómo se ve que la política es su medio de vida, y que desde hace años se vienen perfeccionando en el arte del robo y el saqueo. No sigan agitando con la grieta, esto es real, loco, ya no importa si sos del FDT o de Cambiemos. Ni Spielbierg hubiera escrito un libreto mejor, el ascenso y caída de un país que no puede salir del laberinto desde hace más de 50 años. 

Pero, como les decía antes, sea quien fuere el que esté en el Gobierno, yo voy a tener que ajustarme porque mi poder adquisitivo se redujo notablemente, como seguramente les sucede a ustedes, y lo más probable es que el próximo que venga, corte por lo sano e implemente una dolarización total, es decir, adoptar al dólar como moneda y sepultar definitivamente al peso. Aunque ninguno de los países que lo han hecho son desarrollados, es la solución más rápida y fácil que muchos ya están barajando. Lo que más me indigna es que esta gente llegó al poder con ínfulas de convertirse en reconstructores del país o salvadores de la Patria, y no son ninguna de ambas cosas. No son próceres, son inmorales y corruptos. Y por esas cosas del destino, cuando la típica viveza argentina nos dice "sálvese quien pueda", acá no se va a salvar nadie, excepto los que siempre tuvieron una posición económica de privilegio. Nos estaremos viendo pronto. Punto final. 

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