22 de julio de 2022

Tenemos que dar vuelta de página

Viernes al mediodía en la ciudad. Continúo trabajando, y tratando de procurar la calma ante lo que estamos viviendo. Espero poder sostener este status de tranquilidad ante una situación inédita en la historia reciente del país. Hoy, por fin, una empresa que tengo como cliente me pagó lo adeudado, y lo primero que hice fue... ¡Pagar lo que yo debía a otras personas! ¿Por qué lo hice? En primer lugar, porque es lo que corresponde, y además porque cuando finamente podés saldar una deuda, del monto que fuere, en muchos casos te cobran al precio vigente en ese momento, no al que existía cuando vos compraste en cuenta corriente. Mi prioridad ha sido siempre pagar todo lo que sea posible, entre ellos los gastos fijos, porque lo que menos pretendo es quedar en medio de una situación donde no haya precios de referencia y yo deba pagar un valor que no es el real, sino que se aumentó arbitrariamente para compensar la devaluación. 

Y cuando llegamos a estos días de furia, hay algo que no ha perdido su valor  ni su legitimidad: La amistad es un concepto mucho más arduo de abordar que el de una relación de pareja. En un noviazgo, lo normal es que dos personas se conozcan, se enamoren, eventualmente se casen o tengan hijos, y listo. Ser amigo/a de alguien, implica aceptar las "bases y condiciones", esto es: aceptar al otro tal cual es. Si no te agrada su manera de ser, das media vuelta y te vas. Esto en los matrimonios no suele ocurrir, porque los cónyuges se soportan mutuamente y así pueden permanecer 30 años o más, mientras piensan en la universidad y el futuro de sus hijos, o juegan con sus nietos. 

Sentarse a tomar un cerveza con un amigo, por el contrario, no implica nada de lo expuesto anteriormente. Es más libre, y al menos que sean diferencias insalvables, al cabo de un tiempo tratás de reconciliarte, porque tu mejor amigo te conoce mejor que nadie, y vos a él. Lo que pasa es que está todo tan distorsionado, que las relaciones interpersonales son cada vez menos sólidas, que es muy difícil pensar que alguien pueda sentir cariño o admiración por otro por un tiempo duradero. Y si bien es cierto que uso el WhatsApp y todas las boludeces que la tecnología nos impone, no hay nada mejor que tomar unos mates, hablar sin rodeos de lo que te pasa, pedir un consejo antes de tomar una decisión complicada, porque esas son las cosas que te hacen sentir libre de expresarte sin miedos. Si estás pasando una mala racha, quizás los amigos de fierro no puedan prestarte dinero porque están igual que vos, pero sí harán todo lo posible para no dejarte en bolas.

 Esos gestos son invalorables, y surgen necesariamente de la confianza. Lo último que se me ocurre decirles antes de dar por concluida esta nota, es que una mateada con un amigo es mucho más terapéutico y catártico que encender la tele, porque durante un largo tiempo, no vas a encontrar ninguna noticia alentadora, de manera que algo tan básico como presionar el control remoto, está lejos de ser una experiencia placentera o con ánimo de distensión. Hay información todo el tiempo, de las secciones y tópicos más variados, lo que pasa,  sencillamente porque es que lo que vemos en lo cotidiano ha perdido su condición de "invisible" y se muestra como una cruda realidad que se expande como una mancha de tinta y parece imposible de soslayar. El factor sorpresa (por lo general, ingrata y angustiante) es lo que domina la economía doméstica. Pero vamos a seguirla peleando, no tengan dudas de eso. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

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