7 de enero de 2023

Abriendo caminos

Muchas veces cuando uno se encuentra con un amigo o conocido, surgen diversos temas de conversación, desde un partido de fútbol, pasando por el estreno de una película, hasta la coyuntura política. Pero si te preguntan “Cómo estás”, lo más habitual es decir “bien” y listo, porque tanto la pregunta como la respuesta ya están incorporadas en el habla coloquial. Si vos estás mal y se lo hacés saber a quien te está escuchando, posiblemente no encuentre nada apropiado para decir o no le interese, más que “ponele onda” o frases que pretenden ser alentadoras. No es así, seamos honestos: No siempre se le puede "poner onda" a lo que estás atravesando, precisamente porque ello implica una limitación que excede el optimismo. Partamos de la base de que a nadie le agrada escuchar problemas ajenos, claro que si revisten importancia en tu vida diaria y no se los expresás a una persona de confianza, te vas a sentir peor, incluso sabiendo que tu interlocutor no puede hacer demasiado por ayudarte. En realidad, están dedicando su tiempo a escucharte, y hay que darle valor a eso. En la sociedad actual, representa mucho, es una actitud enaltecedora. Luego, si esa persona te da un consejo o una sugerencia, queda en vos implementarlo o no.

Cuando uno está complicado con algún quilombo, o "se da manija" por algo que le preocupa, o anda con poca plata, los que permanecen a tu lado son aquellos que te quieren de verdad, los que te bancan ante una situación adversa, los que no te sueltan la mano en medio del vendaval. Yo no dejo de valorar a quienes tuvieron gestos nobles conmigo, es algo que no olvido y que, muy por el contrario, trato de retribuir. Y si me dispongo a charlar con un vecino, trato de no monologar, sino de permitir que él o ella me diga lo que se le ha vuelto una preocupación o un reclamo que busca canalizar a través de la labor periodística. Creo que cultivar una buena relación como comunidad es lo único que nos va a hacer salir del chiquero. 

Muchos se creen inmunes a todo, y es un error: Lo que hoy me está pasando a mí, pongamos por caso, quizás en el futuro puede ocurrirte a vos, sin distinción de clase social o poder adquisitivo. Yo conozco mucha gente que está deprimida o bajo tratamiento de salud mental, algunos de ellos con mucha guita, pero jamás divulgaría sus nombres, no lo haría ni siquiera en una conversación típica de chusmerío. No me gusta que se propaguen rumores infundados sobre terceros y que además no conducen a nada, de manera que yo nunca voy a contribuir a que eso pase. 

Aquellos que te ven como un entretenimiento para hablar de puteríos (rumores) son gente de la cual es mejor alejarse. No tiene sentido perder el tiempo con ellos. No me sentaría a una mesa de café con ese fin, prefiero mirar la pantalla del televisor o cualquier otra cosa en el reducido espacio que tenga un bar. Todos hemos anhelado la soledad o la intimidad en alguna ocasión, y a su vez hemos renegado de ella cuando son sentimos desamparados, porque nos hace falta ese abrazo, esa palabra de aliento. Pero son circunstancias que, afortunadamente, no se dan de forma constante, y como mencioné previamente, queda demostrado que el dinero no te va a sacar del pozo. Claro que, si hablamos de afrontar el costo de un tratamiento médico, te facilita ese acceso, pero no mucho más. Deberíamos tenernos más respeto, partiendo de lo que dije en otro párrafo, y es que nadie está exento. No se trata de indagar sobre la espiritualidad o la filosofía, eso se los dejo a otros. Me refiero a algo más sencillo y palpable, el famoso "todo te vuelve", que aunque parezca una boludez, es bastante certero, y podría citar varios ejemplos. Estoy abordando varios tópicos que en principio parecen no guardan relación entre sí, pero estoy convencido de que sí la hay.

 Si nos sacáramos unos cuantos prejuicios de encima, cada uno haría su camino sin juzgar al otro. Estoy hablando de un contexto normal, no de un pacto entre criminales o asesinos. Me surgió escribir estas líneas porque realmente pienso que es posible encontrarle la vuelta a un mejoramiento de la sociedad, pese a que todos los días la realidad te da un cachetazo y te hace presumir que fuiste un estúpido detrás de una utopía. Hace tiempo ya que Lobos dejó de ser un pueblo "donde nos conocemos todos". Muchas personas que no suelo ver casi nunca, aparecen de la nada los fines de semana, en motos súper caras y por supuesto sin utilizar casco y con el rodado sin patentar. Esa percepción de gente desconocida en un lugar conocido también la tuve durante los festejos del Mundial. A quienes decidan radicarse aquí, no podemos impedirles que lo hagan, sólo que no vivan para delinquir. Y esto último, como es sabido, requiere de la articulación entre las fuerzas de seguridad y el Poder Judicial. Nos estaremos viendo pronto. Punto final. 






 


No hay comentarios.:

Las preguntas obvias también merecen ser respondidas

Con el paso del tiempo, vamos cambiando. Eso no es novedad, lo novedoso es cómo interpretamos ese proceso. El destino nos lleva a enfrentarn...