17 de enero de 2023

País periférico

 No siempre se puede precisar el momento en que se produjo el famoso "clic" en tu vida, o que te cayó la ficha. Ese día donde ya nada volvió a ser igual por tu propia decisión. Por lo general, te das cuenta después, porque haber elegido un camino diferente repercutirá en todo lo que hagas. Mucha gente va siguiendo un sendero que supone correcto y dentro de la zona de confort, pero llega un punto en el cual ya no se puede continuar avanzando. Entonces lo que pasa es que forzosamente tenés que buscar por otro lado. Todos tenemos alguna capacidad que no desarrollamos en su plenitud, simplemente porque no la necesitamos ejercitar. Yo escribo todo el tiempo, pero también podría dedicarme a otra cosa si veo que no me va bien económicamente. Es muy fácil decir: "Tenés que trabajar de lo que te gusta", cuando vivimos situaciones de gran inequidad laboral. Yo tuve ese privilegio, pero muchos vecinos seguramente no. 

Siempre he respetado el laburo del otro, en la medida que sea honesto, y no me importa si sus ingresos con menores o mayores a los míos. Es un error pensar que para ganar más hay que sacrificarse más. Lo podemos ver como una alternativa, pero sobran ejemplos de gente que incrementó sus ganancias sin tener que cambiar demasiado su dinámica de trabajo. Un obrero que labura en una fundición, el que se levanta de madrugada para hornear el pan, o el que cava tumbas en un cementerio, cumplen con la tarea por la cual le pagan, ni se ponen a pensar si eso que hacen les gusta o no, y es comprensible. Nadie le preguntaría al recolector de basura si le gusta su trabajo, lo que está claro es que todos esos empleos que mencioné y muchos más, alguien los tiene que hacer. La Argentina de la década del '60 no existe más, paulatinamente se fue erosionando toda base de sustentación para quienes caían en la pobreza. Hay una decadencia que se manifiesta en que varios hábitos que tenían valor hace 50 años, y que hoy no le importan a nadie. A nadie le importa leer, ni siquiera el diario, así que menos se puede esperar de una novela o cualquier texto que no sea de actualidad. Con Netflix, es diferente: Ves una serie o una película de dura una hora y media, y chau. Palo y a la bolsa. 

 Es verdad, justo es decirlo, que nunca fuimos tan elevados culturalmente como pensamos. El país no tiene gravitación alguna dentro del resto de las naciones, no ejerce influencia significativa, ni marca tendencia. Por la gran inmigración del principios del siglo XX, las pocas noticias que aparecen sobre la Argentina se publican en diarios o portales de Europa. Para EE. UU. y otros países como Japón que integran el Primer Mundo, no existimos. Eso ya lo abordé en alguna que otra nota, pero tiene que ver con la geopolítica, y en resignarnos a que somos un país periférico, y que por lo tanto, carece de toda incidencia en el contexto internacional. 

Tema dos: No es necesario ser un genio para comprobar que nos falta memoria a los argentinos, y no me estoy refiriendo (en este caso) a la dictadura militar o a crímenes de Lesa Humanidad. Cuando elegimos Presidente, estamos eligiendo un modelo de país, o eso es lo que nos hacen creer. Por supuesto que el candidato que gane nos puede cagar o no cumplir con sus propuestas, pero ese no es su problema. Digo esto porque es recurrente que todos se rasguen las vestiduras con la inflación (que ciertamente es alta), y olvidan que en la década del '90 Menem fue reelecto precisamente porque con un simple truco logró los precios estables, es decir, el célebre "1 a 1" de la Convertibilidad. Ahora resulta que si uno hace una encuesta o un relevamiento casero, pareciera que al Turco nadie lo votó. ¿Cómo es posible que siempre sean los mismos tipos los que quedan bien parados ante la sociedad mientras quienes dicen la verdad asumiendo un riesgo considerable por ello son hostigados por sacarnos de la irrealidad? Algo no está funcionando bien, eso está claro, y no es de ahora. Llevamos muchos años de retraso en todos los órdenes. 

Hay cosas que deberían darnos vergüenza, pero no por haber votado a tal o cual candidato. Al menos, si es que lo hicimos convencidos de que era la mejor opción en ese momento. Ahora estamos transitando otra etapa, una continuidad de un modelo que ya quedó obsoleto. De más está decir también tiene sus deficiencias y no es muy distinto a lo que ya conocimos. El cepo cambiario, las restricciones a las importaciones, el congelamiento o control de precios, son medidas que no van a tener ningún resultado que no sea un intento de contener un desbarajuste fenomenal. Como respetuoso de la voluntad popular, no me cabe otra reflexión que afirmar que esto que estamos viviendo es lo que votó la mayoría, quizás vengan otros peores, no lo sé. Pero si vos votaste un modelo, o te embaucaron con slogans como “volvimos para ser mejores”, ahora hacete cargo. Y cuando llegue la instancia decisiva de las próximas elecciones, basta con hacer un contraste, estadísticas en mano, de cómo estábamos antes y cómo estamos ahora. Bueno, suficiente por hoy, sepan disculpar. Nos estamos viendo pronto. Punto final. 


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