9 de abril de 2023

Vuelta por el Universo

Domingo por la noche en la ciudad. Hace rato que no subo nada a las redes que no esté ligado a mi trabajo. No soy un "instagrammer" compulsivo, ni tengo la necesidad de mostrar mi cuerpo con determinada ropa. Y no es porque tenga algún complejo con mi físico, si estoy con algún amigo quizás sí pueda llegar a postear alguna que otra selfie. 

De hecho, en alguna ocasión he pensado en cerrar mi cuenta de IG, si no lo hice aún es porque tengo el proyecto de reconvertirla como marca de mi portal digital. Uno sabe que actualmente la mayor cantidad de tráfico de datos y de contenido compartido pasa por ahí, por las historias, los reels, y toda esa telaraña que parece estar dando resultados comerciales, porque cada dos por tres me aparece alguna publicidad. De manera que es mejor negocio invertir publicitariamente allí que hacerlo en Facebook. Pero - a mi modesto entender-, es como todo: Pronto surgirá una plataforma mejor y destronará a ese esperpento que me cuesta asimilar. Instagram es una red social más visual que todas las anteriores. A los fines domésticos, se trata de subir fotos y de cosechar "likes" y comentarios elogiosos, y yo siempre llego tarde a lo que está en auge o a lo que es tendencia. Cuando comienzo a acostumbrarme más o menos, ya entra en declive. 

Hablando de llegar tarde, me vienen a la memoria algunas situaciones: Yo era muy fan de Charly García en los '90, siendo adolescente y habiendo escuchado toda su obra anterior. Y la verdad es que ya para ese entonces Charly se estaba autodestruyendo. El primer disco "nuevo" que compré de él fue "La hija de la lágrima", y no me terminó de convencer. No estaba del todo mal, pero era algo muy diferente a lo que había hecho hasta ahora, no tenía buenas canciones, y claramente no es su mejor álbum. Los que vendrían después continuarían con esa curva descendente, al igual que su autor. 

Asimismo, comencé a prestarle atención a Nirvana no en su apogeo, sino luego de que Kurt Cobain murió. Fue parte del "soundtrack" de mis años de estudiante, pero nunca les di bola. Me gustaba más Guns N' Roses, llegado el caso.

 Me maravillé con las canciones de Bruce Springsteen, también en los '90, que no fue precisamente su mejor etapa como artista. El Jefe tuvo su pico de popularidad una década antes, con el multipremiado disco "Born in the USA" (1984). Y hasta el día de hoy, me sigue pasando: Hay hallazgos interesantes en artistas como Dua Lipa o The Weeknd que empiezan resultarme atrayentes cuando ya transcurrió el mayor período de rotación radial, porque con la radio vos te dabas cuenta de lo que sonaba en determinado momento, hasta que ahora manejan todo con maquinitas y la programación de una emisora se asemeja a una eterna playlist al estilo de Spotify. Lo que sí existe aún son los charts de Billboard. Y cualquiera que entre a ver las canciones y discos más populares en EE. UU, podrá comprobar que lo que predomina en nuestra parte del mundo es bastante diferente. Puede que salte a la vista algún nombre vinculado con el trap y todo eso, pero no llegan a estar en el Top 10 casi nunca.  

Durante casi 50 años, la difusión a través de las radios FM era necesaria para apuntalar las ventas de un disco y la gira o el tour de una banda. Todo eso cambió. Las bandas o solistas que tienen algo de renombre hacen más guita con los shows que con ventas de discos o reproducciones por streaming. Antes vos firmabas un contrato con Sony o con EMI para grabar 4 álbumes, lo hacías y listo. De seguro tendría varias cláusulas, pero en resumen era eso. Se está volviendo al sonido de los '80, y con algunos arreglos típicos de la música bolichera, lisa y llanamente disco. Al estilo Daft Punk, que fue uno de los dúos más creativos y originales de tiempos recientes. Una pena que ya no permanezcan en actividad. 

Empecé a escuchar a Pink Floyd cuando el grupo estaba (casi) disuelto, por las interminables disputas entre Roger Waters y David Gilmour. Varias veces he contado una anécdota de que me llamaba la atención. El hecho de observar la contraportada, con una lista de no más de cuatro o cinco temas... Parecía poco, pero eran sumamente extensos y prolíficos en sus composiciones, eso sí. Todo lo contrario al punk, que te mete 20 canciones en una hora. 

Pero pienso que, de la manera que sea, antes o después, lo importante es ir descubriendo todo aquello que nos estamos perdiendo, porque en el cine, el teatro y demás artes pasa lo mismo. Que algo no sea contemporáneo no significa que haya que descartarlo o relegarlo. Vos mismo percibís cuando ya algo empieza a sonarte repetido, y ese es el momento propicio para ir en búsqueda de algo nuevo. Nuevo para nosotros, por supuesto, pero no en un sentido temporal. Todo eso está disponible en alguna parte y con Internet es relativamente fácil encontrarlo. Ya no es como antes, y ese aspecto sí es positivo, hay que reconocerlo sin nostalgia. Se pueden buscar películas viejas por You Tube, o por otros sitios medios truchos pero sin gastar un mango. Transitar un infinito "revival" está relacionado con la moda. 

Probablemente por eso nos cuesta entender que Los Beatles conquistaron el mundo en una época donde no se hablaba de la globalización cómo fenómeno, nadie había inventado ese término. Solo existía la radio, y en pocos hogares, un aparato de televisión (mediados de los '60). Pero sí estaban en auge las revistas, que a veces venían con algún póster. El soporte papel dominaba el mercado de la farándula y de los periódicos. De manera que, el afán de ser redundante, cada uno puede escuchar aquello que desee, y no es relevante si esos fonogramas están "en la cresta de la ola" o no. Podemos darle una oportunidad a lo nuevo? Claro que sí. Porque es la banda de sonido de una generación a la cual no pertenecemos, pero que marcará un recambio en varios aspectos. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

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