19 de diciembre de 2025

Cuando el vacío se convierte en una metáfora de la ausencia

 

Este mes no he escrito mucho. En los ratos libres del laburo surgen algunas ideas interesantes, pero lo más engorroso es darles la forma que yo pretendo. Bueno, en esos casos, lo que hago es escribir todo lo que me sea posible para luego seleccionar aquellos textos que me parecen mejor logrados. Ayer, después de bastante tiempo, pude dormir una siesta reparadora, la verdad es que me hacía falta un descanso para recuperar energías. Ahora lo que resta es ponerle pilas a la recta final del año. Espero cumplir con todos los compromisos pendientes y afrontar el nuevo ciclo que se avecina con renovadas expectativas. Si me pongo a recapitular, debo reconocer que me di mucha rosca pensando en el futuro y después de tanto tiempo, ahora sí estamos muy cerca de salir a la cancha por última vez. 

El mes pasado me sorprendió con un diagnóstico de pre diabetes: Siempre me he alimentado sin tener que resignar a nada en particular, y por primera vez en mi vida me veo en la obligación de implementar una dieta baja en grasas y en azúcares.

En realidad, uno sabe cuáles son los hábitos saludables y cuáles no, pero en mi caso nunca me propuse seriamente dedicarme al cuidado de mi salud, porque creí que estaba sano y que no era necesario. Para que los niveles de glucemia vuelvan a tener valores normales, no me queda otra alternativa que redoblar los esfuerzos, evitando el sedentarismo, los alimentos con grasas saturadas, el consumo de alcohol, y todo lo que ya conocemos. No me gusta tener que tomar pastillas para todo, a veces uno adopta esa costumbre inconscientemente porque cree que una medicación aporta soluciones en el corto plazo, pero es evidente que con eso no alcanza. Es lógico suponer que si te quedás en la cama mirando el techo y lamentándote por lo que te tocó en suerte, nada va a cambiar. 


Desde hace varios meses, incluso antes de que me dieran el diagnóstico, empecé a incorporar las caminatas en el Parque. En esta época del año, cuando ya aprieta el calor, será un gran desafío poder sostenerlas. En principio, voy a tener que cambiar de horario, porque yo estaba acostumbrado a ir a caminar a la hora de la siesta. Con estas temperaturas que estamos teniendo últimamente, y que superan los 30 grados, no es la mejor opción. Lo cierto es que un día promedio, se pueden destinar aunque sea una hora o dos para cumplir con una rutina de actividad física. En el verano, la vida pueblerina entra en una meseta, y eso hace que yo disponga de más tiempo libre. Como viene la mano, dudo que me vaya a tomar vacaciones en algún lugar. Lo más beneficioso que puedo hacer es aprovechar para ponerme al día con todas las cosas que fui postergando. Por ejemplo, la lectura. Tengo mucho material que quedó inconcluso, y si me organizo bien, creo que estoy en condiciones de hacerlo. Para mejorar en la escritura, un factor clave es leer a los grandes escritores y conocer los recursos que utilizaron para dar vida a sus obras literarias.


Faltan seis días para Navidad, y no es una placa roja de Crónica TV. Creo que antes, hace varios años, yo le daba más bola a todo el tema de la Fiestas. Es inevitable pensar en “la mesa larga”, cuando todavía estaban vivos nuestros abuelos y sentíamos que no había tantas preocupaciones, quizás todo parecía más simple porque los más chicos no teníamos que planificar nada, de eso se encargaban los adultos, que compraban el lechón y todo lo que se suele consumir para estas fechas, además de elegir el lugar donde íbamos a compartir la cena de Nochebuena y la víspera de Año Nuevo. Es posible que, a la distancia, como ocurre con todo, se tienda a idealizar la mística de aquellos encuentros. Seguramente en aquella época no se nadaba en la abundancia: Había crisis económica al igual que ahora, pero no se notaba, o uno no lo percibía. A decir verdad, no me pongo a reflexionar sobre esto todo el tiempo, pero sí escucho a menudo una frase que no sé si es del todo cierta: “Eramos felices y no lo sabíamos”. No le dimos valor a esos momentos donde todo parecía estar en perfecta armonía porque dábamos por sentado que siempre sería así, y hoy vemos que no hay forma de dar marcha atrás, los años maravillosos quedaron sepultados por la fugacidad del tiempo. Como mencioné al principio, si nos situamos en el contexto, probablemente había bolsillos flacos, pero teníamos a nuestros seres queridos con nosotros. Hoy vemos que daríamos cualquier cosa para que volvieran a estar compartiendo la mesa navideña, o cualquier otra fecha. No hay plata que los traiga de regreso, lo único que nos queda es el recuerdo, las anécdotas, las fotos, no mucho más.


En los años ’80, mi hermano y yo éramos niños, y jugábamos con lo que teníamos a nuestro alcance, no nos desvelaban los juguetes caros, aprendimos a crecer disfrutando de lo que teníamos, con aquello que nuestros padres pudieron brindarnos. En el verano, había cortes de luz todo el tiempo, y había que buscar algo para pasar la tarde. Sin energía eléctrica y con el termómetro en rojo, si no tenías algo para refrescarte te derretías. No es fácil tener plena conciencia de esos escasos y breves momentos en los que uno está disfrutando de la felicidad. Cuando hablamos del pasado, nos embarga la nostalgia y la sensación de que hemos dejado mucho en el camino. Es lo mismo que ver una foto: Gente mucho más joven, distintos peinados, ropa colorida, algunos fumando un cigarrillo. Para aquellos que han tenido que lamentar recientemente la pérdida de un ser querido, estas Fiestas tendrán una connotación diferente: La silla vacía. Aquel lugar donde se sentaba el abuelo o el tío para la cena de Nochebuena, es una metáfora de la ausencia. Ha quedado vacío como un mausoleo o un santuario, su histórico ocupante no volverá, y los deudos no pueden evitar pensar en esa dolorosa certeza. Está claro, entonces, que no todos reaccionan de la misma manera en este tramo final del año. Por lo tanto, lo único que nos queda es seguir adelante, aceptar que tendremos que atravesar por un período de duelo, y apostar todas las fichas a 2026. Como hemos visto, no es conveniente que nos engañemos creyendo que todo tiempo pasado fue mejor. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

 

 

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