Primeros días de diciembre. Se nota que hay más movimiento en la calle, más afluencia de clientes en los comercios, y seguramente es un factor estacional, que tiene que ver con esta etapa del año que estamos transitando. Cuesta creer que hayamos llegado al capítulo final, con menos de 30 días por delante, que serán frenéticos, por todo lo que conllevan las Fiestas en el imaginario popular. Ya habrá tiempo para hacer un resumen de 2025 si es que cabe, pero más allá de eso, lo que me parece interesante es destacar que hemos podido seguir adelante pese a que no fue un escollo fácil de sortear. La economía arrancó tranquila, pero eso duró apenas unos meses, luego ya hubo sobresaltos que impactaron en el bolsillo promedio, que no sé si vale la pena enunciar. Hubo que votar dos veces, y los resultados de ambos comicios fueron dispares: En primera instancia se impuso el peronismo, y parecía que esa tendencia se iba a repetir en la votación de octubre, pero contra todo pronóstico, ganó La Libertad Avanza. El tema es analizar si esos procesos electorales traerán cambios en la vida cotidiana. El oficialismo, con el triunfo conseguido, tendrá más poder para aprobar determinadas leyes que sí pueden modificar las reglas de juego. La flexibilización laboral no es un proyecto nuevo: Hace varios años que los sucesivos gobiernos buscan introducir cambios en la Ley de Contratos de Trabajo, lo cual para muchos de nosotros representa una merma en los derechos del laburante, otorgando al empleador más facultades para despedir personal sin tener que pagar ninguna compensación o indemnización. También es posible que se avance para aumentar la edad de los futuros jubilados, que de 65 años podría pasar a 70 en el caso de los varones, y de 60 a 65 en las mujeres. Todo este paquete que vulnera el sistema de seguridad social, según la opinión de varios analistas, responde una necesidad de cumplir con las metas del FMI. Googleando un poco, uno puede advertir que desde la administración Milei hace unos cuantos meses que estos proyectos han trascendido las reuniones de gabinete para ser materia de discusión en distintos ámbitos.
Para no hacerlo
demasiado extenso, volvamos a lo que nos convoca. Con la llegada inminente del
verano, habrá gente que se sentirá agobiada por todo lo que tuvo que afrontar a
lo largo del año, como también están aquellos que ya van pensando en algún destino para
vacacionar. Por supuesto, el segmento mayoritario está integrado por quienes
nos quedaremos acá, sobrellevando el calor y los mosquitos, con el precario
alivio que puede brindar un ventilador de pie o –en el mejor de los casos- un
chapuzón en la Pelopincho. En mi caso, honestamente no estoy pensando en irme de viaje, como tampoco
estuvo en mis planes en los ciclos anteriores. Quizás si algún amigo me lo
propusiera y pudiéramos compartir gastos, sería más viable. No es tan fácil
como agarrar la ruta y salir: Tendría que buscar a alguien para delegar todo el
laburo que insume el diario digital, y por supuesto, es entendible que nadie
trabaja gratis. Veremos qué acontece, tal vez surge alguna oportunidad sobre la
marcha que me permita hacer un viaje corto sin tener que ausentarme por varios
días.
Si me quedo acá,
se supone que no voy a gastar tanta guita como sucedería si me fuera a la Costa
o a otro punto turístico. Salir de mochilero, con una carpa y poca plata en el
bolsillo, sólo es una buena opción si lo tomás como una aventura. Pero
cualquier persona que priorice el descanso, se trasladará en auto o en micro,
tendrá que reservar un hotel o alquilar un departamento, y recién con todo eso
resuelto se podrá ir tranquilo a la playa. Es probable que los precios de
Brasil sigan siendo más bajos que los de la costa argentina, de hecho en el
verano pasado, muchos lobenses eligieron vacacionar allí. Lo fundamental es
hacer números antes que poner el pie en el acelerador. Bueno, la realidad nos
demuestra que hoy tenemos que hacer números para todo, porque es la forma más eficaz de
conocer cuánto se gasta por día. Si la meta es ahorrar, es necesario hacer un
recorte total, y para tener una buena administración, un factor clave es tomar nota de cada uno de los egresos. Claro que, más de una vez, la cuenta que uno hace
arroja cifras “en rojo”, porque por más ajustes que se hagan, no se pueden reducir
los costos fijos que todos conocemos: Alimentación, impuestos, remedios, y
otras erogaciones que se suman en caso de poseer un vehículo o de tener hijos
en edad escolar.
Con respecto a las Fiestas, creo que serán
distintas para mí, porque con los niveles de glucemia que tengo, no podré comer
casi nada de lo que se acostumbra para estas fechas: Mantecol, turrones, pan
dulce, budines… En fin, será cuestión de intentar mantener una dieta adecuada
para ver si en el próximo chequeo que me haga hay alguna mejoría. Cuando pasás
los 40, ya empezás a preocuparte más por tu salud, porque sabés que estás más
expuesto a padecer enfermedades que vienen con los años. A veces me llama la
atención que haya tantos nutricionistas que inculcan hábitos supuestamente
saludables, cuando vivimos en un país tan desigual, donde mucha gente no tiene
para comer. De qué dieta les van a hablar, si están excluidos del sistema, y
nadie se preocupa por ellos. Esa es la primera consecuencia palpable del modelo
libertario: Argentinos que se endeudan para comer, pagar el alquiler, llegar a
fin de mes, que hacen lo imposible para no ver afectada su calidad de vida. Cada vez más gente en
situación de calle, que no puede salir adelante porque perdió su trabajo y ya
no hay un mercado laboral que le posibilite una reinserción. Por eso, creo que
la discusión que debe darse está relacionada con el impacto social del modelo.
Cada persona que pierde su empleo se convierte en un nuevo desocupado, es obvio
decirlo, pero el Estado no asume un rol que tenga que ver con la contención. Si
nos fijamos lo que ha pasado con los discapacitados, es más que evidente que no
se puede pedir a las autoridades que gobiernen con un sentido social. Y si los
derechos adquiridos, según ellos, son una patraña de la izquierda o del
socialismo, sería bueno mirar a los países más desarrollados, que nunca dejaron
de brindar asistencia a sus ciudadanos más vulnerables. Nos estamos viendo
pronto. Punto final.
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