18 de julio de 2008

El millón de amigos

Viernes de sol en la ciudad. ¿Qué más se puede pedir? Dinero, sería la respuesta más que obvia, pero recuerden que hablamos de cosas que estén a nuestro alcance.
Desde mi escritorio tengo una vista privilegiada del magnífico gimnasio que está construyendo el Lobos Athletic Club. Bien por ellos, y por todos los que se dedican a actuar, a ejecutar, en luegar de soñar con proyectos faraónicos o "planes estratégicos" de difícil concreción.
Este fin de semana es el Día del Amigo, según de han informado, dado que no había tomado conciencia de la fecha hasta que empecé a escuchar en la radio y la TV arengas sobre la amistad y lo lindo que es tener amigos. Todos los "día de" me producen rechazo. No me interesa que haya un día específico para conmemorar algo, salvo acontecimientos históricos obvios como la Independencia. ¿Qué es ese mamarracho del Día del Amigo? Sé que muchos de los que me rodean se sienten a gusto con esa fecha y la toma como una oportunidad para encontrarse con amigos que hace tiempo que no ven, ya sea por la distancia o por la vorágine de lo cotidiano. ¿Pero por qué ponerle un nombre, o peor aún, por qué elegir una fecha?
Es probable que el lector me considere un renegado social por estas apreciaciones, dado que el Día del Amigo goza de amplia aceptación y es ocasión propicia para que bares y confiterías se llenen de gente dispuesta a beber como cosacos en honor a la amistad que supuestamente los une. Yo también lo he hecho, de modo que no quisiera caer en la hipocresía de renegar de algo que en su momento hice, sólo digo que no le encuentro el menor sentido, no obstante lo cual respeto a los que se regodean gastándose el pulgar para mandar mensajes de texto el 20 de julio. Buen fin de semana para todos, y hasta el próximo post!

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