11 de diciembre de 2009

La mentira erosiona la credibilidad de las instituciones

Hola amigos, como están? Por fin llegó el viernes, aunque esta vez seré prudente y no haré ningún tipo de comentarios sobre planes para el fin de semana, porque pueden verse malogrados por un imprevisto aguacero. Hoy fui al gimnasio por tercer día consecutivo, y de a poco voy recuperando los días de inactividad. Espero poder mantener cierta regularidad, a pesar de todos los argumentos que en su momento expuse en este blog para explicar mi aburrimiento con la actividad física. Tengo que hacer algo para combatir el sedentarismo, y cuando surja una alternativa mejor al gimnasio seguramente la tendré en cuenta. Ayer compré un reproductor de MP4 Philips, de muy buen diseño por cierto, pero recién hoy pude hacer funcionar la conexión USB y comenzar a transferir archivos desde la PC al aparato. Todo me hace pensar que pronto quedará obsoleto y que aparecerá algo que mejore las prestaciones de estos nuevos artefactos.

 Con los dispositivos USB hay que tener mucho cuidado: a menudo queda instalado en la computadora software de teléfonos celulares, cámaras digitales y demás aparatos que ya no usamos, y eso no contribuye a la buena salud del equipo. Tema dos: En estos días se ha vuelto un tema casi ineludible el misterioso accidente de la familia Pomar, tras 24 días de búsqueda. Todo parece indicar que los rastrillajes no se hicieron como correspondía y que hubo muchas irregularidades. Desde el comienzo, la gente siguió el caso por TV como si se tratara de una novela, y no faltaron el morbo, el sensacionalismo y los golpes bajos. Incluso ahora, con los hechos consumados, no hay una explicación certera acerca de cómo y en qué circunstancias ocurrió el accidente. El Gobernador Scioli sabe que este escándalo probablemente influya negativamente sobre su gestión y ya hay varios casos de periodistas o testigos que recibieron amenazas. La pregunta que me hago es simple: ¿Algún día llegaremos a saber la verdad? Porque lo que corresponde es que luego de las investigaciones pertinentes, se emita un documento de acceso público, por la trascendencia que tuvo este caso, que no se puede soslayar. De lo contrario, deberemos resignarnos y aceptar que aquí nadie trabaja seriamente y a conciencia, ni siquiera en un caso que tuvo al país en vilo.

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