26 de diciembre de 2009

Un texto "post Navidad"












Bueno, estimados lectores, hemos dejado atrás la Navidad. Seguramente ustedes habrán tenido la oportunidad de ver por TV, al igual que yo, los shoppings de Buenos Aires abarrotados de gente que se sumaba a la euforia consumista de Nochebuena. No sé, me pareció un fenómeno curioso y un poco triste a la vez. Centenares de personas deambulando como zombies en busca de los descuentos o promociones. Si te interesa ir a esos lugares, podés dedicar todos los días del año a tu disposición para hacerlo, sin ningún apresuramiento.

 Hace tiempo ya que la Navidad dejó de tener un sentido, si es que alguna vez lo tuvo, en observancia a lo que dictan nuestras creencias religiosas de cada uno. Empero, se ha perdido el placer de lo sencillo, de compartir una cena con tranquilidad, sin artificios.

A todos nos gustaba recibir regalos, y cuando éramos niños esperábamos con ansias que dieran la doce para abrir los paquetes que nos dejaba Papá Noel. Incluso al manipular el paquete y su envoltorio tratábamos de adivinar que había adentro antes de abrirlo. No obstante, creo cuando ya sos adulto la Navidad pasa por otro lado. No es necesario dedicar una tarde a comprar compulsivamente en un shopping. O no debería serlo, al menos. Lo pienso así, aunque caiga en el error de juzgar a quienes sí lo hacen.

El rasgo más peculiar de la Navidad es que se trata de una festividad aceptada casi universalmente, y resulta extraño que todos tengamos ideas tan arraigadas sobre cuestiones como la política y la economía, pero cuando se trata de una fecha como ésta no se pueda conciliar la idea de separar lo decorativo, de lo superfluo. 

La experiencia me indica que en la Navidad buscan juntarse miembros de la familia que están distanciados durante el resto del año, como si en una fecha determinada todo lo pasado y lo sufrido con personas indeseables pudiera dejarse atrás y borrarse de un plumazo. 

Pese a todo,  una oportunidad para hurgar un poco acerca de qué nos está pasando, y por qué caemos en una impostación hacia algo que nos es tan ajeno, y que hasta no hace mucho sólo era patrimonio del cine de Hollywood. Podría agregar un párrafo más, pero es mejor ser breve. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

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