27 de noviembre de 2011

Cada uno con su Walkman hace lo que quiere


La música popular constituye un territorio tan vasto, que de alguna manera nos permite justificarnos cuando nos encontramos escuchando cualquier basura. Ya comprenderán por qué se los digo. Es lo que se suele denominar "placeres culpables": es decir, somos conscientes de que estamos consumiendo algo mediocre, sin el menor vuelo artístico, pero por alguna razón nos sentimos atraídos hacia ello. Desde luego, esto no resulta privativo de la música: también sucede con la literatura y la televisión. Pero en lo que respecta a este post, me referiré a la música por tratarse de la actividad de placer a la que dedico mayor tiempo fuera de mis ocupaciones. Nada mejor que ponerse los auriculares y olvidarse de todo, aunque más no sea por unos minutos.

Es inevitable no sentir curiosidad ante fenómenos sociales (si cabe el término) como los denominados "Wachiturros", aunque nos resulten repulsivos. Felizmente, todavía conservo cierta lucidez de pensamiento y trato de despegarme de la novedad cuando no me complace, manteniéndome a salvo de cada atisbo de chatarra sonora que producen estos muchachos. Al igual que los raperos latinos, que son realmente muy básicos y limitados si los comparamos con tipos como Eminem.


Pero no los aburro más, es tarde y mientras mis dedos juguetean con el teclado tengo una nube de mosquitos al acecho. Debo buscar un espiral o una tableta para ahuyentarlos, de no ser así se hará difícil dormir esta noche. Este es uno de los posts más extraños que he escrito, no por lo que puede leerse en él, sino por la situación en que lo estoy redactando. En fin, buenas noches para todos y disfruten de este fin de semana "Extra Large" si es que pueden.

"No me sueltes la mano", dijeron los senadores

Viernes por la tarde en la ciudad. Estoy tranquilo, pero también somnoliento, así que procuraré escribir lo que tengo en mente. Observo que ...