(Publicado originalmente en julio de 2013)
Estoy redactando este post desde una computadora extremadamente lenta, en un cuartito minúsculo que tengo en mi casa. Tenía ganas de empezar el mes escribiendo algunas líneas sobre el futuro del país, a mi modesto entender. Está visto que la política de congelamiento de precios no está dando resultados, en principio porque los productos acordados con el Gobierno escasean en las góndolas de los supermercados. "Todo sea por llegar a octubre", pensarán los funcionarios que pergeñaron la brillante idea. La inflación que mide el INDEC provoca risa e incredulidad a la vez: nadie en su sano juicio que haga las compras esenciales cree en los números del organismo. Y hablando del INDEC, ya transcurrieron casi dos años del último Censo y se conocen muy pocos datos, entre ellos los índices de pobreza y de desempleo que arrojó el relevamiento. Sólo sabemos que somos aproximadamente 40 millones de argentinos desparramados por el país. Pero volviendo al tema, los acuerdos de precios nunca funcionaron, porque cabe recordar que no es una medida que inventó este Gobierno sino que gestiones anteriores implementaron sin éxito. Por otra parte, también se suma la escasez del trigo, cultivo que tuvo su cosecha más baja en los últimos 100 años, lo cual trajo como consecuencia el aumento del pan. Pensemos que mucha gente sólo puede alimentarse con un trozo de pan y una taza de mate cocido, porque no le alcanza para otra cosa. Cada vez que el valor del pan o de la leche aumenta, se está atacando el bolsillo de los más humildes.
Es hora que nos dejemos de hablar de ideologías, porque no importa si uno es de derecha o de izquierda, los hechos existen y generan zozobra en la sociedad. El país ya no está creciendo a "tasas chinas" como en 2003 o 2004. Esto podemos atribuirlo a un fenómeno global, pero ante esta situación hay que abrir el paraguas. Si hasta el propio Ministro de Economía (Lorenzino) se negó a hablar de la inflación al ser consultado por una periodista griega, y huyó rápidamente, ¿se acuerdan? Negar la realidad es el peor síntoma de autismo que tiene un Gobierno (en este caso el kirchnerismo). Estamos en un año electoral y seguramente la ciudadanía sabrá pronunciarse sobre lo que acabo de exponer. Y en caso contrario, si Cristina y sus acólitos consiguen un nuevo triunfo, tendré que admitir que quizás sea yo quien esté equivocado. Punto final.
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