Hola amigos! Me propuse actualizar en blog en estos
primeros minutos de primavera, porque si no lo hacía ahora
probablemente en las próximas horas surjan ocupaciones que me impidan
dedicarme a ello. En fin, la cuestión es que acá estamos, cerrando una
etapa o un ciclo. Estaba, precisamente, pensando en eso: en lo
importante que es tener la sabiduría necesaria para concluir a tiempo
con un ciclo. Saber decir: "basta, hasta acá llegué, quiero algo nuevo".
Pensar en que podemos aspirar a algo mejor, y que quizás no sea tan
lejano ni utópico como parece. Empecé hablando de la primavera, pero me
surgen estas reflexiones como un cambio de época del cual estamos siendo
testigos quizás sin darnos cuenta. Por un lado, podríamos pensar que
los valores por los cuales se rige la sociedad contemporánea no son los
mismos que hace cien años. Pero también es atinado suponer que nuestros
antepasados tenían otras preocupaciones, otro modo de vida, y por lo
tanto es natural que se produzcan estos contrastes entre un siglo y
otro.
Yo muchas veces reniego de "Yanquilandia", no me gusta
para nada el estilo de vida de los EE. UU. ni estoy de acuerdo con su
política exterior. El sólo hecho de que se tomen la atribución de
invadir países ricos en petróleo y de derrocar a supuestos dictadores no
es algo que me caiga bien. Pero aún así, debemos pensar que los yanquis
por algo llegaron a ser la primera potencia mundial. Dejemos de lado
por un momento todos los atropellos y aberraciones que han cometido, y
pongámonos a pensar si en Estados Unidos existen los barrabravas, o si
los presos se fugan con tanta facilidad como sucedió en nuestra cárcel
de Ezeiza, o si la Justicia en el fuero penal es tan lenta como en
Argentina. En EE. UU., los afiliados a los partidos políticos ponen
dinero voluntariamente para financiar las campañas, no hay valijeros
venezolanos ni grandes empresas que aportes fondos a cambio de
prebendas. Lo que quiero decir, en síntesis, es que ningún sistema es
perfecto. En los países desarrollados hay un respeto hacia las
instituciones que nosotros no tenemos, tal vez porque no nos sentimos
representados por ellas. Sea como fuere, retomo la idea inicial de este
texto: para los individuos, para las naciones, para los pueblos, es
importante aprender a cerrar un ciclo. Lo hizo Alemania tras la caída
del Muro de Berlín. ¿Por qué no intentarlo nosotros? Punto final.
Blog de Lobos, ARG, desde hace 18 años en la Web.
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