21 de septiembre de 2013

Bienvenida primavera!!!!!

Hola amigos! Me propuse actualizar en blog en estos primeros minutos de primavera, porque si no lo hacía ahora probablemente en las próximas horas surjan ocupaciones que me impidan dedicarme a ello. En fin, la cuestión es que acá estamos, cerrando una etapa o un ciclo. Estaba, precisamente, pensando en eso: en lo importante que es tener la sabiduría necesaria para concluir a tiempo con un ciclo. Saber decir: "basta, hasta acá llegué, quiero algo nuevo". Pensar en que podemos aspirar a algo mejor, y que quizás no sea tan lejano ni utópico como parece. Empecé hablando de la primavera, pero me surgen estas reflexiones como un cambio de época del cual estamos siendo testigos quizás sin darnos cuenta. Por un lado, podríamos pensar que los valores por los cuales se rige la sociedad contemporánea no son los mismos que hace cien años. Pero también es atinado suponer que nuestros antepasados tenían otras preocupaciones, otro modo de vida, y por lo tanto es natural que se produzcan estos contrastes entre un siglo y otro.

Yo muchas veces reniego de "Yanquilandia", no me gusta para nada el estilo de vida de los EE. UU. ni estoy de acuerdo con su política exterior. El sólo hecho de que se tomen la atribución de invadir países ricos en petróleo y de derrocar a supuestos dictadores no es algo que me caiga bien. Pero aún así, debemos pensar que los yanquis por algo llegaron a ser la primera potencia mundial. Dejemos de lado por un momento todos los atropellos y aberraciones que han cometido, y pongámonos a pensar si en Estados Unidos existen los barrabravas, o si los presos se fugan con tanta facilidad como sucedió en nuestra cárcel de Ezeiza, o si la Justicia en el fuero penal es tan lenta como en Argentina. En EE. UU., los afiliados a los partidos políticos ponen dinero voluntariamente para financiar las campañas, no hay valijeros venezolanos ni grandes empresas que aportes fondos a cambio de prebendas. Lo que quiero decir, en síntesis, es que ningún sistema es perfecto. En los países desarrollados hay un respeto hacia las instituciones que nosotros no tenemos, tal vez porque no nos sentimos representados por ellas. Sea como fuere, retomo la idea inicial de este texto: para los individuos, para las naciones, para los pueblos, es importante aprender a cerrar un ciclo. Lo hizo Alemania tras la caída del Muro de Berlín. ¿Por qué no intentarlo nosotros? Punto final.

"No me sueltes la mano", dijeron los senadores

Viernes por la tarde en la ciudad. Estoy tranquilo, pero también somnoliento, así que procuraré escribir lo que tengo en mente. Observo que ...