8 de diciembre de 2016

11 años escribiendo desde acá



Jueves feriado en la ciudad, con un clima muy agradable a lo que veníamos acostumbrados en los últimos días. La mano viene así: acabo de leer, en una vieja revista, cuando el crecimiento de los blogs en la Argentina era incipiente, que un blogger (usuario) alertaba sobre el llamado "síndrome del blog en blanco". No daba mayores precisiones acerca de qué se trataba, pero no hay que ser demasiado astuto para suponerlo. Crear un blog es relativamente sencillo, al menos uno como el que ustedes están leyendo (no sé cómo será el caso de Wordpress, por ejemplo). El desafío es mantenerlo. Hay dos extremos: gente que no tiene tiempo para leer, y gente que no tiene tiempo para escribir. Por ese motivo, por la necesidad de enterarse de todo en pocas líneas, los diarios en papel van buscando la manera de subsistir, con más fotos y menor texto.
He entrado a numerosos blogs cuyos posts o publicaciones más recientes tienen dos o tres años. Y me parece que no tiene mucho sentido dejar una página sin postear nada durante tanto tiempo, quizás sea conveniente que en ese caso es que el usuario cierre el blog, así le puede dejar ese espacio a otro que tenga tiempo y ganas para escribir. Es una decisión difícil cerrar un blog, desde luego, porque uno invirtió tiempo en sentarse a escribir, elegir la tipografía, los colores, las fotos o ilustraciones que acompañarán cada texto, etc. Es decir, personalizar tu espacio, tu rinconcito en la Web.


A este blog solamente le doy difusión por las vías que me parecen propicias. O sea, lo promociono a mi manera, por Facebook, o lo doy a conocer en espacios donde sé que alguien se puede llegar a interesar por lo que escribo. No me interesa que por cada texto que escribo reciba 100 comentarios de personas que ni siquiera conozco. Es cierto que te alimenta un poco el ego, pero no sé hasta qué punto. Hay gente que no conoce lo que es un blog, y no me parece extraño porque no todos tienen la obligación de saberlo. Si no te interesa algo, no tenés por qué prestarle atención. Ahora bien, esa misma gente puede, a su vez, ser lectora de los blogs de Clarín o La Nación, sin saber siquiera que se trata de blogs, o sea, que son presentados bajo esa denominación.

Un blog, a mi criterio, es algo casero, que uno hace para difundir algo, no para facturar. Obviamente, si alguien le puede encontrar la veta comercial a esto me parece perfecto, pero no es la idea. Al menos para mí. Es fácil sumar visitas cuando tenés un blog en el cual ofrecés links para bajar música en mp3, películas, o discos completos. Por el contrario, cuando sólo te respaldás por lo que escribís, la cosa cambia. Hace 11 años que escribo en este “faro” y lo seguiré haciendo mientras me resulte placentero y tenga ganas de escribir, caso contrario no tiene sentido mantenerlo. 

Hoy, es mucho más fácil y rápido escribir por cualquier boludez que se te ocurre por Twitter, en el exiguo alcance de 140 caracteres que permite esta red social.  Los blogs al estilo del que tiene Luis Majul me generan serias dudas de tener dicha condición, dado que siento que se aprovechan del “gancho” que genera la palabra blog para atraer visitas. Cuando en realidad, es una página web común disfrazada. Pero bueno, ello no perjudica a nadie, en rigor de verdad, más que a quien busque determinados contenidos en Intenet.  En lo que a mí respecta, se trata de seguir adelante, de tener en cuenta las necesidades e intereses del otro, pero sin que ello resulte un impedimento para darnos cuenta dónde estamos parados y hacia dónde vamos. Punto final.


¿Quiénes son los próceres del siglo XXI?

  La mañana se presentó tranquila, sin mayores sobresaltos. Me levanté temprano para hacer las cobranzas de los avisos publicitarios y estim...