24 de enero de 2020

Enero va diciendo adiós

De a poco, enero va diciendo adiós. El devenir de los días es como el goteo de una canilla. El primer mes del año no dejó mucho para el recuerdo, al menos hasta ahora. El Gobierno ya cuenta con las Leyes suficientes como para hacer "cirugía mayor" en la sociedad. Pero me da la sensación de que los temas de fondo no se resuelven nunca, por ejemplo el narcotráfico. Una reforma del Código Penal que endurezca las penas para determinados delitos. Mejorar y ampliar la participación ciudadana. Reducir el tan mentado déficit fiscal y no emitir moneda sin control, pero no a costa de los bolsillo de las clases bajas y medias. Insisto que lo que sostuve en otra nota, este ajuste es peor que el de Macri, sólo que ha sido convenientemente maquillado y con la promesa de que nos van a "llenar la heladera", que los recién llegados a la Rosada pudieron implementar esto. Ojo, no está en mi ánimo hacer una defensa de Macri, ni mucho menos, pero los muchachos que llegaron después lo hicieron con la fusta bajo el brazo. "Vamos a darle a los jubilados que ganen la mínima un bono de $ 5000", anunciaron los cráneos que secundan a Fernández. Pero los que ganan sumas apenas superiores al haber mínimo, siempre quedan afuera, y esto puede desatar una ola de juicios en el futuro. Durante muchos años se tomó al ANSES como botín de guerra, cualquiera metía mano en la caja para financiar programas bochornosos como 678, o Fútbol para Todos. Estaba buena la idea de que el fútbol sea accesible sin necesidad de recurrir a un servicio de cable prepago, pero los K fueron tan ineficaces que ni siquiera se preocuparon por conseguir sponsors privados, toda la publicidad que se veía durante las transmisiones por TV era del Gobierno. 


Tema dos: Cada vez resulta más difícil visitar un sitio de Internet y recorrerlo íntegramente sin que exista necesidad de registrarse. Un ejemplo es la edición digital de Clarín, aunque quizás no sea el mejor porque la calidad del diario se ha ido a pique.  Para tener acceso a todos sus contenidos, se multiplican los “filtros” que el usuario debe sortear, quien a menudo acepta de buen grado la estafa pues le aseguran que ello le dará la condición de usuario “Premium”.
Hay sitios web en los cuales tales requisitos puede llegar a justificarse, por la naturaleza de los mismos. Pero en el común de los casos se trata de un modo sencillo que los responsables de la página tienen para acceder al mail del usuario (como mínimo), entre tantos datos que deberían ser confidenciales. En tiempos donde la usurpación de identidad se ha convertido en el delito de mayor crecimiento, no me hace ninguna gracia tener que dejar datos como mi fecha de nacimiento o mi DNI en un sitio de dudosa procedencia. Me importa un carajo que ellos, los responsables de las páginas, intenten ofrecer una suerte de garantía con su “política de privacidad”. Esa no es la idea. Yo no estoy enteramente a favor del anonimato en Internet, porque ello permitiría que cualquiera pudiera insultar o agraviar impunemente ya sea en foros y demás espacios que impliquen expresar una opinión. Debe existir una forma de poner límites a la violencia verbal por Internet. En determinados casos, por ejemplo, creo que todo aquel que desea dejar un comentario en un sitio o un blog tiene acreditar su identidad para que de tal modo cada uno se haga cargo de lo que dice. Pero no confundamos las cosas.

¿Y qué me dicen de Gmail? Es el mayor proveedor de e-mail gratuito del planeta. Por supuesto, para acceder a una dirección de mail es necesario registrarse. Ahora bien: me cuesta creer, a pesar de que soy bastante ingenuo, que toda la información que ellos reciben de los usuarios con los miles de casillas de mail que se activan por día no sea usufructuada por nadie. Punto final. 

Las preguntas obvias también merecen ser respondidas

Con el paso del tiempo, vamos cambiando. Eso no es novedad, lo novedoso es cómo interpretamos ese proceso. El destino nos lleva a enfrentarn...