1 de enero de 2020

Primer día de 2020

Comenzamos un nuevo ciclo, y cada uno de nosotros tiene deseos y expectativas diferentes. En lo personal, la transición del 31 al 1° de enero la viví con mi familia, con esperanza pero sin euforia. Estoy convencido de que el camino se hace al andar. Por eso, espero que mis modestas aspiraciones puedan concretarse en este nuevo año. Para eso es necesario tener en claro qué es lo que pretendés lograr, y de qué manera. Reforzar el contacto con los amigos queridos que siempre te reciben con un mate. Alejarse de las personas tóxicas que siembran la envidia y la irritación. Y algo muy importante, que es comprender que las cosas no van a cambiar por arrancar las hojas del almanaque, sino por el impulso que le pongamos a la vida.

Hay que quejarse menos, pero no tragarse la bronca. Digamos que hay que dimensionar la verdadera importancia de aquello que nos molesta y se te lo podés bancar solo, mucho mejor, así no jodés a los demás que ya bastante tienen con sus problemas. Todos tenemos un talento, un don, y es momento de capitalizarlo. Lamento informarles que la vida nos es esquiva a menudo. No todo es placer y hedonismo, sino lo contrario: esfuerzo y sacrificio. Pero cuando sembrás en suelo fértil, los frutos se saborean mejor.

Otro aspecto importante es buscar ayuda cuando sentís que no podés, porque te sentís bloqueado y no podés salir del atolladero. Siempre hay un palenque dónde rascarse. Muchas veces, un consejo que te da alguien sirve para hacerte crecer como persona. Debemos estar convencidos de que todavía hay gente buena y que no todos son hijos de puta que te quieren cagar o estafar. Cada cual carga con sus miserias y tiene que hacerse cargo de ellas. Lobos tiene muchos espacios públicos gratuitos, espectáculos, muestras y exposiciones, de manera que no siempre hay que gastar guita para elevar un poco el espíritu y distenderse del diario trajín. De hecho, la mayoría de las ciudades vecinas no tienen la profusa actividad cultural que distingue a la nuestra. Me he dado cuenta de que, por mi trabajo, suelo hacer las notas y fotos pero no me detengo a observar demasiado. Ese es un punto a corregir.

2020 parece un número futurista, fuera de nuestro alcance. Me acuerdo cómo hace 30 años nos imaginábamos robots por doquier, la casa totalmente automatizada, el dominio de la informática sobre el hombre. Hoy vemos, sin embargo, que hay gente muy postergada que sigue viviendo como en el siglo pasado, sin acceso a los servicios mínimos. Y los gobernantes de turno se jactan de haber hecho una red de cloacas en tal o cual barrio, cuando es una inmoralidad que no exista en todo el país. El hambre también es inmoral. El progreso llega sólo para unos pocos, que nunca se ven afectados por el valor del dólar o por la cotización bursátil. Esos tipos están salvados ya antes de nacer, ya que provienen de una familia con un sólido patrimonio que se va incrementando mientras el resto de los argentinos no podemos llegar a fin de mes. Pero todo esto ya lo sabemos y no hay manera de pretender una rebelión contra el capitalismo. Ser solidario no debe reducirse a donar ropa o alimentos, sino a ser amables en el trato, a buscar siempre que nos florezca una sonrisa, porque la vida es eso, un breve paso de comedia y luego se baja el telón y se termina todo. 

Les deseo el mejor año de sus vidas a mis lectores, y seguramente no volveremos a encontrar en este espacio para pensar lo que viene. Punto final. 

Las preguntas obvias también merecen ser respondidas

Con el paso del tiempo, vamos cambiando. Eso no es novedad, lo novedoso es cómo interpretamos ese proceso. El destino nos lleva a enfrentarn...