30 de noviembre de 2021

Ese deseo de querer estar "más cerca de la vida"

 Cada mes que va concluyendo nos deja espacio para reflexionar, para detenernos un momento a pensar qué hicimos de útil o provechoso durante esos 30 días. Y más aún si el siguiente es el último mes del año. Diciembre siempre asoma con tono amenazante, es parte porque las actividades de toda índole se multiplican casi como si todos se hubieran puesto de acuerdo en hacerlo al mismo tiempo. Esa es una de esas cosas que tiene Lobos que nunca llegaré a comprender: semanas enteras en que no pasa nada relevante, y un fin de semana cualquiera, no das abasto para llegar a cubrir todo. Pero bueno, es lo que hay. 

Estos últimos capítulos que nos entrega noviembre, presentan un escenario que cada uno evaluará de manera diferente. Dejando de lado la actualidad política, y haciendo foco en los logros alcanzados y en aquello que aún no pudimos concretar.  Pero ojo, no tomándolo como un balance ni nada parecido, porque siempre nos traiciona la sospecha de que todo ha sido un desastre, y no es así. Lo que pasa, es que cuando comenzás un nuevo ciclo siempre le ponés un poco más de pilas, y con el transcurso del tiempo ese entusiasmo inicial se va desinflando, por diversos factores. Uno de ellos es que la gente se ha vuelto cada vez más desquiciada y demandante. Lo cual, al menos en mi caso, me genera una carga de ansiedad que no siempre consigo canalizar. Yo diría que lo único bueno es que la campaña política ya pasó, y con los resultados en la mano, cada vez que alguien se queje de algo, responderé: "Esto es lo que votaron, jódanse". O lo que votó la mayoría, digamos.  

Retomando lo que mencioné sobre diciembre, además de que se organizan todo tipo de eventos que bien podrían haberse hecho en otro momento, el común de la gente se lanza en estampida a comprar pan dulce, sidra, turrones, y esos productos que sólo se venden para las Fiestas. Cada año que pasa, siento que el pan dulce de medio pelo empeora un poco más, y se vuelve una masa incomible que sólo se puede deglutir tomando mate, una café con leche, o algo parecido. Cualquier intento por hacerlo de otra manera, no suele dar resultado. Si querés comprar uno que dé satisfacción degustar, vas a tener que desembolsar más de 1.000 pesos. Los budines vienen en envases cada vez más pequeños y ridículos. Y en cuanto a la sidra, me gustan las marcas que quizás son un poco más caras, pero que por lo menos se parecen a aquella sidra que supimos conocer: con un poco de acidez, no tan dulce, buena fermentación. Armar una canasta navideña es complicado, y a la vez no tiene mucho sentido, porque en ningún lado está escrito que haya que comer tal o cual cosa. Si querés comer milanesas con papas fritas, ¿Qué problema hay? Pero al parecer, buena parte de los consumidores no lo entienden de ese modo. 

Mientras redacto esta nota, me he dado cuenta de que no logro recordar lo que he hecho este mes, exceptuando el laburo: Recuerdo que retomé el gimnasio, que un día me agarró la locura y me fui en bici hasta la ruta, que empecé a usar la bici nueva que con mucho esfuerzo pude comprar (y aún estoy pagando). Seguramente pasé por situaciones difíciles, pero como invariablemente se repiten, casi que ni las registro con el devenir de los días. 

Este último domingo me sentía pésimo: La lluvia era muy intensa, no podía salir a ningún lado, no tenía un mango, y comencé a replantearme el tema de la guita, que cada tanto vuelve como un Deja Vu. Pienso que, de no haberme hecho un análisis clínico que arrojó resultados preocupantes, no hubiera cambiado mi estilo de vida. Hubiera continuado siendo más gordo y más perezoso. Te lo dice un tipo que mide 1,84 y que en sus mejores épocas llegó a pesar 70 kilos. No me interesa cómo me vean los demás, sino que yo pueda estar conforme con mi aspecto, y notar que voy mejorando de a poco. 

Como verán, estas cosas pasan sólo en Occidente: Mientras en Africa la gente se caga de hambre y la expectativa de vida es bajísima, acá tenemos más comida de la necesaria y luchamos por no darnos un atracón que es consecuencia directa de haber comido en exceso. Nos estamos viendo pronto, probablemente en diciembre. Punto final.  

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