22 de noviembre de 2022

Libreta de apuntes 2022

Martes por la noche en la ciudad. A esta altura, todos ya sabemos que no es conveniente (ni prudente), expresar cualquier cosa que pensamos sin pasarlo por un tamiz. Pero los periodistas deportivos que viajaron a Qatar, más allá de cómo lo hagan, algo tienen que decir o escribir en sus laptops para enviarlo a Buenos Aires, luego de haber elevado el nivel del equipo casi al borde de la excelencia antes del Mundial. Para eso les están pagando los viáticos, básicamente. El efecto fue exactamente ese, el mismo que se produce al pinchar un globo con un alfiler.

La verdad es que ni me molesté en madrugar este martes para ver el match en cuestión, alrededor de las 8:20 me desperté y sí vi lo que restaba del lamentable debut. Lejos de ser una orquesta afinada con Messi dirigiendo la batuta, la Selección mostró un "des-concierto" total. Perder siempre está dentro de las posibilidades, claramente, pero cuando vos inflás demasiado a una figura y tenés responsabilidad comunicacional, pasan estas cosas. Lo dijo Maravilla Martínez, el boxeador de 45 años que ya amaga con retirarse. Cuando venció en Las Vegas a Julio César Chávez Jr, tenía más de mil llamados y mensajes en su celular. Pero cuando fue por más frente a Cotto, experimentado púgil puertorriqueño, sólo tres mensajes "cayeron" al teléfono, y los tres eran de su madre y otros familiares. 

Antes que nada, vale aclarar algo: No se trata de hablar "con el diario del lunes" o con los hechos consumados: Pero el exitismo desmedido provoca una gran decepción ante el contraste adverso de la realidad. Y se da en todos los órdenes, no sólo en lo que respecta al deporte. Ojo, tampoco es cierto que sea un fenómeno exclusivamente argentino, cada día estoy más convencido de eso. Cualquier fracaso de un proyecto, sea colectivo o no, genera una debacle anímica. Somos humanos, y eso cabe también para los deportistas de elite. Buscar revancha sólo puede concebirse dentro de ese ámbito. En lo personal, la única manera de exigirse es buscar revancha contra uno mismo cuando notamos que lo que hicimos no salió del todo bien. 

La idea que pretendo esbozar y compartir con ustedes es la siguiente: El revanchismo es venganza, es la esencia misma del odio, y representa ver doblegado a aquel que (supuestamente) no hizo daño. Hablar de halcones y palomas en las relaciones interpersonales es una estupidez, salvo que exista entre ellas una relación jerárquica. En más de una nota, me he referido a lo dañino que es "darse manija". Clínicamente, en la mayoría de los casos, se trata de pensamientos rumiantes que llegan a volverse obsesivos e incapacitantes. En ocasiones, pueden ser discapacitantes también. Eso que te persigue todo el tiempo y a cada paso es tu mente, no hay manera de sacarlo de allí, no es una hematoma subdural. El TOC tiene que ver con eso, pero no es excluyente, no soy médico para afirmarlo. 

Posibles alternativas para atenuar el "enrosque": Permanecer en tu casa el menor tiempo posible. Caminar, correr o hacer lo que te mantenga ocupado si es que te quedan unas horas disponibles. Y aceptarlo. Porque en algún momento, este "repeat" que se nos hace eterno, desaparece. Puede que sobrevenga otro, o no. Una cosa es que te enamores perdidamente de alguien y que ese estado te lleve a una suerte de obsesión, a querer estar todo el tiempo con esa persona y a no pensar en nada más que en él/ella. Eso pasa, por lo general, la primera vez, luego entran en juego otros factores. Pero otra cosa, totalmente distinta, es tener en la mira a un tipo para perseguir destruirlo como único propósito. Además de ser una actitud miserable, lo mejor es dejar que el tiempo ponga las cosas en su lugar, y no desperdiciar la infinita capacidad del cerebro en elucubrar boludeces de índole vengativa. Nos estamos viendo pronto. Punto final. 

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