28 de noviembre de 2022

Recalculando lo que resta de 2022

 Lunes de muchísimo calor en la ciudad. Más aún, si pensamos que falta poco menos de un mes para el comienzo del verano. Estamos llegando al fin de un ciclo que no termina de convencer del todo, pero es lo que hay. Más de una vez pienso que la vida ha sido demasiado generosa conmigo. Puede que llegue a los 80 años y cambie de parecer. Pero hasta ahora, nunca pasé hambre ni frío, tuve el cariño de mi familia, recibí juguetes en mi infancia, completé mis estudios. Y habría bastante más para agregar, sólo que en este momento no pretendo hacer una lista exhaustiva de todo lo que logré por mérito propio o gracias a la ayuda de varios seres queridos. No se trata de dormirse en los laureles, sino de comprender que todo lo que hiciste, cuando mirás hacia atrás, tiene un valor agregado. 

Si no hay ningún imprevisto, una expectativa poco válida para la Argentina, el año próximo será bueno: Digo esto en un intento por ser optimista. Podríamos verlo al revés: No hay motivos para suponer que vaya a ser malo.

Claro que habrá que sortear varios obstáculos antes, como la campaña política y las elecciones. A nivel país, yo por ahora no me la jugaría por ninguno, y no es por cobardía, sino que no tengo elementos suficientes que marquen tendencia a favor de uno u otro. 

Si tengo que recapitular, creo me empecé a sentir mejor en la segunda mitad del año, que no concluyó aún, por lo tanto no hay que descartar nada, como decía antes. Sólo a la distancia podés ver las cosas de otra manera:  Pienso que pude  bancarme muchas situaciones que -aunque no las elegí-, me sirvieron para ir mejor encaminado a lo que vendría después. Con 43 años, no estoy en una edad para discutir o polemizar por boludeces. Eso lo hacía antes, y si la otra persona no tiene la capacidad de concederte la razón, difícilmente se llegue a algo en concreto, por más irrefutables que sean tus argumentos. Es decir, no trae consigo ningún tipo de resultado. 

Y como debemos delegar el gobierno en representantes elegidos por el voto, no tiene sentido hablar de anarquía más que como un proyecto utópico del cual se apropió el comunismo para cimentar su doctrina. Por supuesto, no deja de ser profundamente inmoral que haya gente que se enriquezca y obtenga una renta extraordinaria a costa de otros que reciben migajas. Pero ya entraríamos a teorizar sobre el verdadero sentido del capitalismo, y ese diferendo se zanjó con el fin de la Guerra Fría, en 1989. 

En cualquier estructura de poder, siempre habrá alguien que quiera conducir o asumir un liderazgo. Si eso sucede en la comisión directiva de un modesto club de barrio, imaginate como sería en un país. No nos podemos poner de acuerdo en nada, y por enfrentarnos nos va como nos va. Peronistas y macristas siguen perdiendo neuronas cada vez que se ponen a escribir gansadas en las redes sociales, sobre todo en Twitter. 

¿Sabés cuál es el problema real? Que la cuestión de fondo continúa sin resolverse y preferimos perder el tiempo dándoles de comer a los trolls. Por otra parte, si Tinelli o Gran Hermano son temas de conversación casi todos los días, no hace falta indagar mucho más respecto a cuáles son las prioridades que tenemos. Y aquí vale una aclaración: En todos lados, en cualquier país, están las celebrities, la farándula, el jet set, y el glamour. Y hay un público que consume eso, en la TV por cable o en las revistas. Pero ese mismo target sabe, por lo general, que no es más que un escapismo y que esos tarados que vacacionan y despilfarran a granel no tienen injerencia alguna en asuntos más complejos. Nadie lee revistas tipo Hola o Gente, buscando encontrarle la vuelta al dólar, a la economía, o a sus finanzas personales. Cada cosa en su lugar, sería la mejor conclusión a la que podemos arribar. Nos estamos viendo pronto. Punto final.  

No hay comentarios.:

Las preguntas obvias también merecen ser respondidas

Con el paso del tiempo, vamos cambiando. Eso no es novedad, lo novedoso es cómo interpretamos ese proceso. El destino nos lleva a enfrentarn...