14 de mayo de 2023

Por qué nos hacemos preguntas

Días atrás leí una noticia, que no citaba fuentes serias (mencionan alguna universidad que casi nadie conoce, supongo), según la cual, una persona común y corriente revisa su celular 148 veces por hora. Más allá de la supuesta veracidad, ¿No nos estamos volviendo esclavos de un pequeño aparato que todo el mundo tiene y que cabe en el tamaño de un bolsillo? Yo mismo lo hago, sobre todo cuando estoy esperando que me respondan un WhatsApp, o que me hagan una transferencia de dinero. Miro el homebanking una y otra vez en cuestión de minutos, me desespero al ver que el saldo sigue igual -por el piso, como siempre- y cuando finalmente aparece ese ingreso salvador, han transcurrido varias horas, según el banco y una serie de variables que todos conocemos. Sabemos positivamente que el WhatsApp es una mierda, y la mayoría hemos considerado alguna vez utilizar Telegram, pero como nos da la sensación de que será más de lo mismo, no lo hacemos.

 Mientras escribo estas líneas, mi teléfono esta apagado y cargándose. No pienso desconectarlo hasta que se cumpla ese ciclo. Y cuando me doy cuenta de que estoy perdiendo excesivo tiempo en las redes sociales existentes viendo fotos de gente que apenas conozco, lo apago hasta el día siguiente. Eso se produce, claro está, en el caso de que sea de noche y no tenga que depender de la alarma para despertarme al otro día. Los pibes de ahora casi ni ven televisión, y si lo hacen, es porque tienen un modelo smart y tienen un plan de Netflix u otros servicios de streaming. Yo tengo en mi habitación una tele bastante vieja, y de vez en cuando hago un zapping por los canales de noticias, lo cual requiere paciencia porque determinados botones del control remoto ya no funcionan. Por ejemplo, presiono el 45 y voy descendiendo en la numeración hasta llegar al 30, donde está la grilla de los canales de me interesa chusmear brevemente. Nada nuevo bajo el sol. Eso sí, el contenido bizarro de la TV supera holgadamente al de cualquier meme que puedas encontrar. Los tipos están en un estudio y parecen maniquíes, tal vez tomaron alguna "sustancia" antes de salir al aire, lo cual no me sorprendería. Los medios audiovisuales tendrán un poco más de longevidad que los impresos, porque todavía les queda un poco de resto como para apelar a otros recursos.

En una nota anterior, reflexionaba sobre el sentido de la vida, sabiendo que era una batalla perdida de antemano. Por ese motivo esta es la última vez que me voy a referir al tema. Es lógico pensar que cada uno va otorgándole un significado diferente, incluso puede darse que vaya cambiando con el paso de los años. Si tenés hijos, seguramente representan todo para vos y esas vidas que concebiste, ese "ser familia", le da un marco a todo lo demás. Harías todo lo que pudieras para verlos crecer y progresar. Pero si lo vemos de esa manera, estaríamos descuidando el sentido individual. Cuando estoy trabajando rara vez me pongo a hacerme esos planteos pseudofilosóficos, porque no tengo tiempo, y esa actividad que estoy ejerciendo es "mi" sentido en ese momento. Cuando esa jornada de laburo llega a su fin, encontraré otra razón para vivir. Son preguntas inherentes a la naturaleza humana. La existencia, nuestro lugar en la sociedad, para qué estamos acá, y todo lo que le quieras agregar. Y cuando vos despojás a esos cuestionamientos de toda creencia religiosa que te pueda sostener, se vuelve más complejo todo, porque el concepto del bien y del mal dejan de tener tanta gravitación en la vida cotidiana. Digamos que el común de le gente hace lo suyo sin joder a nadie, pero no se pone a pensar demasiado tampoco. Afortunadamente, los criminales y los psicópatas son minoría. 

Cuando uno es adolescente, el sentido de la vida avanza con viento a favor, inclusive podés ir escribiéndolo, cambiar de idea y hacerlo de nuevo como si fuera una planilla de Word. Es una proyección a futuro, todo sucede muy rápido. Pensás en la posibilidad de estudiar y de trabajar de lo que te gusta, en dedicarte a algo que te satisfaga. Muchas veces termina dándose de un modo distinto, eso es frecuente, porque le ponés unas fichas a algo que dista bastante de la visión idealizada que te imaginabas, y buscás otro camino. Partamos de la base de que no cualquiera tiene recursos para estudiar en la universidad, y hay chicos que postergan esa decisión para juntar la plata que puedan. 

En resumen: El sentido de tu vida puede ir variando según qué etapa de ella estés transitando. Cuando tenés 16 o 17, esa indagación ni siquiera se te cruza por la mente; todo el camino está por delante, todo está por recorrer, no hay lugar para la preocupación, ni tampoco para enfermedades que aparecerán en la vejez. A mí me interesa ser un buen profesional, sentir que voy mejorando y aprendiendo, pero ese objetivo es uno entre tantos, sin importar si lo consigo o no. Si conozco a una chica que me agrada, mi interés será seducirla o que ambos logremos buena química. No hay un único sentido para mí, reitero. Quizás todo carezca de un significado profundo y estemos perdiendo el tiempo en preguntas existencialistas que ya se han hecho filósofos y pensadores hace tres siglos, sin arribar a una interpretación concluyente y rotunda.

Si ves tele, escuchás música, leés un libro, posteás una foto, entra a jugar el placer o algo más. Y podríamos pensar que tampoco el placer es la felicidad. Es una satisfacción encorsetada en un lapso temporal determinado. Todo lo que se considera pasatista o escapista no está mal, porque fue creado para eso. Su función en entretener. Yo diría que cada cosa que hagas y que consideres un paso hacia adelante, te ayuda a encontrar un sentido aunque vos ni te detengas a pensarlo. Es una explicación sencilla que no será funcional a cualquier persona, pero es la que más me convence en esta etapa que voy transitando. Nos estaremos viendo pronto. Punto final.  

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