26 de mayo de 2023

Todo se renueva constantemente

El título de esta nota fue lo último que surgió al cabo de escribirla: Todo se renueva constantemente, aunque no lo veamos o no nos percatemos de ello. Viernes con sol radiante en la ciudad. Era hora ya de que volviéramos a ver el cielo límpido. Ha llovido durante casi toda la semana (más de 100 mm, una cifra importante) y esto incluyó el día de ayer, 25 de Mayo, que según han reseñado los historiadores, también tuvo inclemencias del tiempo en 1810. Imposible saberlo con precisión. 

Lo que sí puedo afirmar es que al fin pude salir de casa luego de permanecer recluido más de lo aconsejable. Me hubiera gustado caminar un poco o encontrar una forma de distenderme fuera de las cuatro paredes, pero no se dio como lo esperaba y no vale la pena enredarse en lo que no fue. Solamente salí para hacer unas cuadras en auto cuando fuimos a buscar a mi hermano que había terminado su horario laboral. Pero, viviendo cerca del centro, las calles eran un páramo: Ayer por la tarde transcurrieron muchas horas sin que escucháramos circular ni un solo vehículo, creo que todos los que no tuvieron que trabajar durante el feriado se quedaron viendo alguna película o lo que fuere. Estamos cerca de fin de mes, lo cual no es un dato menor. 

Además, en días de humedad debo tener mucho cuidado al pisar las baldosas de las veredas que inevitablemente se mojan con el agua de la calle. Más de una vez me he pegado una tremenda patinada, que obviamente causa la risa de los demás transeúntes que ocasionalmente me están viendo pero que no tienen el gesto de ayudarme a que me pueda poner nuevamente de pie. El resbalón más reciente que recuerdo fue en una de las calles que rodean a la Plaza 1810, cuando para cruzar con más rapidez, no tuve mejor idea que hacerlo por la rampa para discapacitados, que es un plano inclinado. La estructura de hormigón era tan lisa que pasó lo que tenía que pasar: Me recuerda a esos dibujos animados donde el humor básico pero efectivo era ver a un personaje de ficción resbalándose con una cáscara de banana que otro había dejado por el piso luego de haber ingerido la fruta, y tirarla por ahí. Pero siempre hay algo que hace que un día no se vuelva un desperdicio, un tedio. No tengo motivos para quejarme, ni ganas de hacerlo, lo que dije en otra situación parecida no merece ser reiterado nuevamente. 

Pienso a veces en los presos, y cómo hacen para no caer en la desesperación cuando tienen por delante varios años tras las rejas, sin perjuicio del delito que hayan cometido. Debe ser difícil predisponerse mentalmente para afrontar una rutina que, en caso contrario, te debe liquidar, por no mencionar que la única manera de sobrevivir es aceptando que siempre hay un capo en el pabellón y que las peleas y reyertas con las famosas "facas"  son moneda corriente. 

Estar preso te transforma en escoria, para la sociedad sos lo peor que pueda existir, en el caso de que no accedas al privilegio de un sector "Vip" que te mantenga alejado de los más violentos criminales. Claro que con una Justicia garantista como la que actualmente predomina en la Argentina, se dan fallos sumamente discutibles y esa sensación colectiva de que los peces gordos nunca van en cana, a lo sumo cumplen arresto domiciliario y eso les posibilita hacer lo que quieran, seguir disfrutando de una vida de lujos y sin remordimiento alguno, la única limitación que tienen es una tobillera para controlar que no salgan del domicilio que declararon. En los penales, si tenés guita inclusive es muy común sobornar a los guardiacárceles o pergeñar algún tráfico de influencias para que tu estadía sea más llevadera. Podés tener un televisor, una radio, libros, o determinados objetos que los internos menos favorecidos nunca tendrán acceso. Los funcionarios públicos, los pocos que han estado presos por corrupción, normalmente reciben esos beneficios; hacen cursos de cualquier cosa porque saben que a futuro podrían reducirles la pena, y ello sumado a la buena conducta, hará que nunca cumplan en su totalidad la condena esa unidad penitenciaria que les fue asignada. Hay varios libros que narran con gran detalle ese submundo que está ligado a la marginalidad. 

Para un interno común y corriente, recuperar la libertad implica nada más que oportunidad de volver a delinquir. ¿Quién le va a dar un trabajo honesto a un ex convicto? Eso también sería bueno que se pusiera en debate alguna vez, sin ánimo de justificar la reincidencia.

Como decía al comienzo, todo se renueva. Somos nosotros los que permanecemos estáticos. Si yo empezara a despotricar por las cosas ingratas que me pasan y que pueden ser comunes a quien me está leyendo, lo que haría es que se perdiera el interés de cualquier tipo de lectura. Entonces me quedo en el molde, buscando mejorar en lo que pueda, y tratando que ver qué camino tomar. 

Creo que antes de quejarse o rasgarse las vestiduras, tendríamos que poner en la balanza lo bueno, lo positivo, lo que realmente suma, y aquello que nos hace mal. Es lógico que cuando estás en un mal momento entres en fases de bronca e indiganción. Pero el tiempo es sabio en eso también. Nos enseña a establecer prioridades. Y es muy importante tener esa capacidad de analizar qué es lo que debe ser resuelto con prontitud, en lugar de dar vueltas siempre sobre lo mismo. Dicho así parecería sencillo, obviamente no lo es, pero todo está en ir ejercitando la forma de pensar. Un ejercicio que debe ser sostenido y constante (tarea ardua), porque todo me hace suponer que los resultados serán buenos. Nos estamos viendo pronto. Punto final.  

 


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