7 de junio de 2023

Día del Periodista versión 2023

 Tengo el impulso, las ganas, de escribir en este blog todo cuanto me sea posible, tratando de obviar cuestiones que ya he abordado antes. O en todo caso, analizarlas desde un lugar distinto. No me importa si mis publicaciones las leen 10 o 100 personas. Por supuesto que sería una satisfacción que un espacio de opinión cuente con una audiencia relevante, pero eso hoy no lo veo como prioridad. Lo que pongo en primer lugar es ese intento por analizar o desmenuzar aquello que no me queda claro a mí y en muchos casos, al resto de la sociedad. Por eso hago periodismo. Y por eso hoy, en el día que nos homenajea a los trabajadores de prensa, los saludos de mucha gente querida me brindan el estímulo para continuar con esta pasión. 

Claro que sería una hipocresía, afimar que las cosas siempre salen bien. Eso es falso. Nos comemos puteadas y agravios con frecuencia. Pero tarde o temprano, cae el peso de la verdad, y como lo que yo informé en su momento se rige por ese principio, los demás podrán decir lo que quieran. Las críticas que me hagan mi familia o amigos las tomo de otra manera, porque sé que son (o deberían ser) constructivas. No me marcan los errores para descalificarme, sino para enmendarlos y poder seguir creyendo que en el periodismo el aprendizaje termina el día que te morís. 

Constantemente encontrás nuevos enfoques, una vuelta de rosca, y recursos para hacer más amena la lectura de quienes confían en vos como medio de información. La tecnología cambió por completo el método con el cual laburaba cuando egresé de la facultad. En aquel entonces, los diarios en papel gozaban de buena salud y se vendían muy bien, Internet era muy incipiente, y hubo que readecuarse a eso. Barajar y dar de nuevo. Escribíamos a máquina, lo cual hoy por hoy es toda una antigüedad. Hubo que acostumbrarse a redactar textos más cortos, ir adaptándose a las redes sociales como medio para impulsar la cantidad de lectores de un portal de noticias. Como el poder de síntesis nunca fue una de mis virtudes, tuve que redoblar esfuerzos para facilitar el acceso ágil y rápido a la noticia. No tiene sentido desgrabar largas conferencias que ocupan dos o tres páginas de Word. Me aburre a mí, y pierde interés porque es mucho texto para la pantalla de un celular, o de una tablet. 

No puedo evitar pensar en el camino transcurrido, en todas las "cagadas" o equivocaciones que me mandé cuando recién empezaba, en el famoso derecho de piso que supuestamente hay que pagar para ganarte un lugar y posicionarte. Ya han transcurrido más de 20 años. Casi la mitad de mi vida. Sin ninguna demagogia, les puedo afirmar que si volviera a nacer, no me caben dudas de que elegiría nuevamente esta profesión. Sé que no me voy a llenar de guita, no ha sido así antes ni tampoco lo será en el futuro. Pero mi meta es ganar una suma que me permita no tener que pasar apremios económicos, y poder ver recompensado lo que hago. Es decir que no estoy hablando de ninguna clase de lujos, si quieren denominarlo así. Yo salgo a la calle a hacer notas sin pensar si tengo ganas o no. Puedo tener un día de mierda pero salvo que se trate de una cuestión personal muy grave o urgente, tengo que cumplir, tengo que estar cubriendo lo que pasa, para eso los clientes y auspiciantes confían en mí. Y reitero que la mejor definición que me vienen a la mente de lo que debe ser un periodista, es sencilla: Un observador agudo y sensible de la realidad, algo que no aparece en ningún manual pero que lo vas adquiriendo cuando comprendés que no todo lo que acontece está escrito, que hay centenares de lobenses con historias para contar pero que nadie visibiliza, entonces sólo me resta decir que seguiré adelante, procurando siempre separar el trabajo de las horas de descanso o esparcimiento. Nos estamos viendo pronto. Punto final. 

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