Luego de cuatro días feriados, ya era momento de que se acabara la joda para volver a la actividad, aunque yo me mantuve ocupado durante todo ese período. Este martes, el movimiento que se vio en la calle fue notable, sobre todo en la zona céntrica, cerca de los bancos. Pensé que me iba a llevar más tiempo unos trámites que tuve que hacer, pero ya para media mañana había podido terminar con todo. El domingo fui al desfile por el Día de la Tradición, y me quedé casi dos horas sacando fotos a los carruajes y jinetes, esquivando los montículos de bosta que se iban acumulando en la calle para no fallar en la pisada. Este tipo de eventos me demandan una exigencia mayor porque tengo un celular que no saca fotos muy nítidas, y sumado a la poca luz, los problemas se incrementan. Desde que se me rompió la cámara digital, hace varios meses, me tengo que arreglar con el teléfono. En fin, lo que rescato es que pude prever esa situación. A mayor cantidad de material, más margen iba a tener para elegir las imágenes que yo quisiera. Bueno, la cuestión es que cuando llegué a mi casa tuve que laburar bastante con el editor de fotos para corregir (en la medida de lo posible) la calidad de las imágenes. El texto de la nota surgió más rápido, pero la premisa era ilustrarlo con todo lo que la cámara había registrado. Teniendo en cuenta esos factores, el resultado no estuvo mal, hice lo mejor que pude con las herramientas que yo tenía a disposición.
Si trabajás en un medio de prensa y no pensás en los lectores, estás al horno. Todo el esfuerzo que uno pueda hacer como periodista está destinado a brindar una cobertura completa de cada hecho. Por supuesto, uno ya sabe qué tipo de noticias tienen más alcance e impacto: Accidentes, operativos policiales, salidas de bomberos. Obviamente, esa información tiene que estar, pero yo elegí darle lugar a otros contenidos: Me parece que es más desafiante escribir sobre la movida cultural que tiene Lobos, o hacer entrevistas que nadie tiene porque a esos vecinos nadie les ha otorgado un espacio. Por la experiencia que tengo en más de 20 años de profesión, no abunda la gente que se tome el trabajo de desgrabar un audio, de darle forma a un texto para que sea legible y sencillo. Casi nunca tengo faltas de ortografía, ni errores burdos, pero así ha sido desde que empecé con esto. Cualquier persona que tenga incorporado el hábito de la lectura siempre va a tener la ventaja de escribir y expresarse mejor.
Cuando hay una conferencia de prensa, y hablan tres o cuatro funcionarios, lo primero que hay que entender es que el lector no tiene tiempo para leer una parrafada sin sustento. Por lo tanto, es necesario sintetizar y resumir todo lo que sea posible, pero hacerlo con criterio. Es decir, no a riesgo de que se desvirtúe el sentido. A veces se abordan varios temas, o alguien hace una pregunta a los oradores. Hay que estar atento porque de una simple pregunta pueden surgir declaraciones interesantes. Si no hay producción periodística, se nota enseguida, ya que va a ser mucho más difícil y tedioso comprender lo que el redactor escribió. Termina siendo una ensalada, un rejunte de frases sueltas que no están situadas dentro de ningún contexto. Yo diría que cada uno tiene sus trucos y sus secretos al momento de escribir, y eso está buenísimo. De lo contrario, lo que pasaría es que todas las crónicas serían iguales, como salidas del mismo molde. Con los años, creo que logré tener mi impronta, una forma de redactar con la que me siento cómodo y que también ha tenido una valoración positiva de los lectores. En todo trabajo, uno nunca deja de aprender. Aunque haya logrado afianzarme en mi proyecto, tengo en claro mis limitaciones. Ser consciente de tus puntos flojos es lo mejor que te puede pasar para no meter la pata o asumir riesgos innecesarios.
Hoy por hoy, con lo complicado que está el mercado laboral, aquellos que podemos laburar de lo que nos gusta tenemos que valorar esa posibilidad. Es decir, yo puedo contarles que escribir una determinada nota me insume mucho tiempo, pero es lo que elegí hacer, no es algo que me lleve a quejarme. Si pudiera volver el tiempo atrás, no cometería tantos errores, haría las cosas de una forma diferente, disfrutaría más de lo cotidiano, no me enroscaría tanto al pedo. Pero bueno, no tenemos a Marty Mc Fly entre nosotros, así que divagar sobre la historia contrafáctica me parece una tontería. Quizás, el hecho de haber recorrido un camino desde cero, transitando dificultades como todo el mundo, es lo que a uno le permite hacer una pausa y recoger lo sembrado. Voy a seguir metiéndole pilas a esto, y veremos si para 2026 se pueden incorporar más recursos a la tarea diaria. Hoy, buena parte del tráfico en las redes sociales pasa por Instagram, por lo cual tendré que adaptarme a eso, aunque me parezca más sencillo publicar en Facebook. Nos estamos viendo pronto, con más novedades en la trinchera. Punto final.
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