1 de septiembre de 2010

La lluvia que moja el espíritu

Miércoles con lluvia y viento en la ciudad. Normalmente, siempre me gustaron los días de lluvia, para quedarme en mi casa, viendo desde la ventana la tierra mojada y los pequeños charcos que se iban formando, pero ahora que estoy trabajando a tiempo completo se me vuelve una molestia, porque debo caminar a la intemperie en medio del viento y del agua, hasta que algún día cuente con recursos para comprarme un auto. Además, muchas actividades que uno tenía previsto cubrir se suspenden por estas contigencias meteorológicas, y uno empieza a ponerse de malhumor.

En este año, me ha costado mantener cierta regularidad con los "posts", pero siempre he tratado de volcar mis impresiones sobre la realidad. Debo admitir que me he vuelto pesimista. Cuando descubrí el abismo existente entre mis expectativas y la realidad, comencé a desconfiar de las personas que portan el carnet de sonrisa eterna.
Me gusta tener un blog, porque es mi lugar, donde escribo lo que quiero y no tengo que rendirle cuentas a nadie. A quienes frecuentan este espacio les habrá extrañado lo esporádico del material publicado durante el mes pasado. Sin embargo mi intención es que no transcurran tantos días entre un "post" y otro. Como viene la mano, lamento pensar que septiembre no será un mes tan productivo como sus antecesores en lo que respecta a la cantidad de textos publicados aquí, pero en definitiva lo importante es seguir en contacto. He estado muy ocupado redactando crónicas periodísticas y debo reconocer que ello me hizo alejarme del blog para cumplir con mis obligaciones laborales.

Cambiando de tema, creo en en un post anterior hice mención a este clima político que se va gestando, a este hartazgo de la sociedad, que parece tener un ánimo tan volátil por momentos. A veces no hace falta más que una chispa para encender la llama de un futuro estallido social. Creo que, más allá de las ideologías, quienes rigen los destinos de este país deberían ser conscientes de esto. Los abusos, el clientelismo, la demagogia, no es patrimonio exclusivo de esta gestión de gobierno, pero la realidad es que son ellos quienes se encuentran ejerciendo el poder ahora y quienes deben aportar soluciones. La alianza entre piqueteros y Gobierno transita por un nuevo frente de tormenta, y nadie sabe cómo va a terminar. Los conflictos sociales recrudecen, y la Iglesia emite documentos cada vez más alarmantes sobre la pobreza. Sabemos que hay sacerdotes que hacen de la austeridad un medio de vida, y que hay otros que son tan corruptos como cualquier laico. Pero aunque la Iglesia no sea tal vez la institución más autorizada para decirlo, la pobreza existe y no hace falta que alguien me lo escriba en un papel con membrete. Los pobres "verdaderos", los que alguna vez pudieron vivir dignamente y hoy se ven privados de esa posibilidad, no quieren limosnas, ni planes sociales, ni sumarse a agrupaciones piqueteras para operar como fuerzas de choque contra ciudadanos indefensos. Simplemente quieren un trabajo, un empleo que no esté disfrazado por las cifras ilusorias del INDEC. ¿Tan difícil resulta para los políticos entender esto? ¿O debemos dejar la ingenuidad de lado y admitir que se hacen los boludos?


Disco recomendado del día: Jorge Drexler, "Amar la trama". (Warner Music Spain, 2010).

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