30 de agosto de 2012

Cables pelados (parte 2)

En el día de hoy, ocurrió un hecho bastante particular, al menos para mí. Durante alrededor de cinco horas, estuvimos incomunicados. Se cortó la conexión a Internet, el teléfono fijo no tenía tono y el celular no tenía señal. Excepto por el teléfono fijo, que existe desde hace décadas, todo lo demás es relativamente reciente y su ausencia no debería provocarnos demasiados sobresaltos. Sin embargo, tomar el celular para enviar un mensaje o llamar a un amigo es casi un acto reflejo. Y boludear por Facebook, leer los diarios online, también. 

Fue entonces cuando me puse a pensar en cómo ha cambiado la forma de comunicarnos en los últimos tiempos, y cómo una tecnología va sustituyendo a la otra de un modo cada vez más rápido. Yo renegaba del celular hasta que al final, cuando se hizo masivo, no me quedó otra que seguir al rebaño y comprarme uno, y así ocurre con todo. Otra cosa que me vino a la mente es cómo soportaría una persona vivir sin televisión, sin la demonizada "caja boba". La televisión en sí misma en un medio de comunicación y no podemos culparla de nada en absoluto, lo que resulta lamentable son los contenidos. La apología de la marginalidad, de la plata fácil, del "no esfuerzo". Qué se yo, podría decirse que tuve cinco horas sin ningún contacto con el mundo exterior como para pensar en la falta que nos hace tomar un café con un amigo, encontrarnos, y recuperar el valor del contacto personal. 



Crónica de una sociedad en ataque de nervios

Comenzamos la semana. Ayer saltó la térmica y media casa permaneció a oscuras mientras intentaba escribir estas líneas. Así que tuve que int...