27 de enero de 2015

Los enemigos

Si no pensás igual, sos en enemigo. Así nomás, sin vueltas. Me refiero a los militantes ultra K, muchos de los cuales ahora están en un limbo porque Cristina indefectiblemente deja el poder este año. Los ultra K constituyen una especie curiosa: si tienen algo de discernimiento pueden llegar a admitir que hay problemas en el país. Pero de todas maneras, cuando se plantea una situación equis, te envuelven en una serie de datos o artilugios a fin de dejar sentada su posición. Es común escucharlos decir: "Vos no tenés argumentos". Pues bien, ellos tampoco los tienen.

Esta suerte de fundamentalismo, ha provocado situaciones insospechadas, y puedo decirlo porque me consta: parejas o matrimonios que se han separado porque ideológicamente piensan distinto, amigos de toda la vida que han dejado de hablarse, insultos y puteadas en Facebook (esto último se da tanto de un lado como de otro). Facebook  fue concebido como una red social para estar en contacto con gente con la cuales tenemos cierto aprecio, no con el afán si nació primero el huevo o la gallina. A los kirchenirstas más acérrimos (que los hay), yo los dejo hablar: no confronto más, no tiene sentido, porque ni yo ni ellos vamos a arreglar el país. Lo más preocupante es que han emergido términos que creímos totalmente desterrados en estos 31 años de democracia, como "cipayo", "vendepatria", "imperialista", y otros que en este momento no recuerdo. Me parece bien la integración regional, pero estoy seguro de que la Presidenta ansía reunirse con Obama, cosa que no se dará. Este doble discurso de "imperalismo-soberanía política y económica" lo he escuchado tantas veces que me produce hartazgo. Yo (ni ninguna persona) no soy un "cipayo" por leer Clarín o La Nación, o por ver el canal de noticias TN. Y más aún, yo leo Página/12, elijo aquellas notas que me interesan y las otras las paso de largo. Parece que todo el tiempo tuvieras que demostrar "de qué lado estás", y eso es una estupidez. Una persona con criterio, es aquella que tiene la capacidad suficiente para analizar los logros de un determinado Gobierno (sea éste o cualquiera), y criticar lo que considera injusto, inapropiado, o como quiera llamarse. El nivel de agresión que se da en las redes sociales, en los foros de Clarín y La Nación, es realmente preocupante. Y lo es, porque cuando alguien se cree militante de una causa sin aceptar el disenso, estamos en problemas. Pensé que en la Argentina siglo XXI, este tipo de cosas habían quedado atrás. Pero evidentemente no es así. Me gustaría ver que hay un país donde no se crucifique a una persona por pensar distinto, porque además si todos pensáramos igual se nos escapa la posibilidad del debate, del debate con altura. Punto final.

A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...