Martes por la noche en la ciudad. Una noche lluviosa, con las calles invariablemente anegadas ante el menor aguacero. Estos últimos días estuve reflexionado sobre la búsqueda fundamental del ser humano, que es la paz interior. Y no mencioné la felicidad, porque quizás resulte un cliché, y además una cosa está intrínsecamente relacionada con la otra. La paz interior no es el mero hecho de "estar tranquilo". Es saber actuar con firmeza cuando las circunstancias lo requieren, tener temple, hacerle frente a las cosas, pero con la convicción de que lo hacés porque querés. Ser consecuente con tu pensamiento, te brinda esa paz. Actuás conforme a tus principios, y te comportás de ese modo. Quizás todo esto podrá resultar demasiado idealista, ya que muchas veces nos traicionamos porque estamos expuestos a demasiada presión y actuamos siguiendo al rebaño. No estamos convencidos para nada de la decisión que tomamos, pero sentimos que no nos queda otra alternativa que hacer las cosas de este modo, nos da vergüenza alzar nuestra voz. O simplemente no podemos hacerlo. Sin embargo, debemos reconocer que uno muchas veces se autocensura: damos demasiados rodeos para expresar algo que dicho de otra manera sería demasiado chocante, o "políticamente incorrecto".
Para tener serenidad, no sólo tenés que estar bien con vos, sino con los demás. Rodearte de la gente que realmente vale la pena, que te quiere de verdad, y que va a estar a tu lado cuando las papas queman. Y si te toca tratar con alguien que no conocés, hay que tener la capacidad suficiente para saber discernir entre las buenas intenciones y la manipulación. La mayoría de nosotros, por el trabajo que realizamos, debemos relacionarnos con personas de diferentes ámbitos. Pero hay que fijarse límites, creo yo, para no permitir que nos intoxiquen o que nos usen como paño de lágrimas. Hay un libro muy recomendable, de Wayne Dyer (el autor de "Tus zonas erróneas"), que se llama: "Evite se utilizado". El título es más que elocuente. No permitir que no tomen como material de descarte, como si no fuéramos personas. No ser funcionales a los intereses de terceros. Creo que por ahí está la clave. Es cuestión de ver qué buscan los demás de nosotros y qué objetivos persiguen para adoptar una actitud ante ellos. Punto final.
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26 de octubre de 2016
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