20 de octubre de 2016

Rebelión en la granja

El deseo de toda persona que trabaja, además de satisfacer sus necesidades básicas para subsistir, es poder darse "un gusto", hacer un viaje a un destino turístico con su familia, o buscar un momento de distensión. Si nos quitan esos períodos de ocio, lo único que hacemos es trabajar sin ninguna compensación interior, sin nada que nos satisfaga de verdad. A mí en particular, nunca me interesó que el Gobierno de turno me dé explicaciones de por qué estamos en determinada situación. Lo que quiero ver son resultados. 

Con medidas y acciones concretas, al poco tiempo la economía podrá volver a recuperarse. Pero insisto en esto: no nos quiten el asado o los ravioles de los domingos, la vuelta al perro en el auto, tres o cuatro días a Mar del Plata (por citar un lugar cualquiera). Porque fue la clase media la que los votó, y ese slogan de "cambio" que se pregonó con tanto énfasis, va hacia la deriva. Aceptemos que no somos un país desarrollado, y que nos resta mucho por mejorar. Y en lugar de mirar hacia Europa, retomemos la mirada hacia nuestros vecinos del Mercosur. Cada vez que el FMI elogia el rumbo de la economía doméstica, es síntoma de que está todo mal. No para ellos, desde luego, que se verán favorecidos con un país que se endeuda. Reconocer las cifras del INDEC (que luego de mucho tiempo vuelven a ser consideradas confiables), es un gesto positivo. Pero lo que arrojan esos datos, es que desde 2015 hasta esta parte, hay 1 millón más de pobres en la Argentina. Gente que no llega a fin de mes, que no puede pagar la luz o el gas a tarifas exorbitantes, y que está harta de que le pidan paciencia. Un jubilado no puede esperar, ni mucho menos una persona con una enfermedad crónica. Y el sistema de salud pública, que fue motivo de orgullo en otras épocas, hoy está colapsado, sin insumos, y en pésimas condiciones. 

Mi diagnóstico es: si bien aún estamos en condiciones de mejorar y de que nuestra calidad de vida vuelva a ser la de antes, el Gobierno parece desorientado por momentos. Fue muy sencillo negociar con los sindicatos un bono de fin de año, porque...no es obligatorio para las empesas pagarlo!!! Y la mayoría de las empresas no lo abonarán porque consideran que los aumentos salariales ya fueron dados en las paritarias. Hicieron una "pirueta" que les salió bien y evitaron un paro general de la CGT. Pero los gremios deberán atender los reclamos de sus afiliados, que por algo les retienen parte del sueldo. Veremos cómo sigue esta historia. Punto final o "final abierto"? El año que viene hay elecciones, y será entonces cuando los ciudadanos tengamos la oportunidad de decidir cómo queremos seguir.

Dame aunque sea una mísera señal!

  Martes por la noche en la ciudad. La verdad es que no estaba del todo convencido acerca de escribir algo hoy. Pero si voy a esperar a deja...