El rol del periodismo, según me enseñaron y según mis convicciones, es ser crítico de las cuestiones de interés público, no complaciente. Desde luego, se puede elogiar o ponderar una acción de gobierno, una muestra cultural, pero no hay que descuidar el foco. La objetividad plena no existe, y tanto yo como el resto de los colegas construye sus crónicas, sus notas, en base a distintas fuentes y vertientes. Lo que es correcto hacer, cuando uno toma una posición determinada, es fundamentarla y ser consecuente con los hechos.
No pretendo con eso "dar cátedra" de nada, porque soy uno más del montón. Y hago mi trabajo lo mejor que puedo, procurando brindar a los lectores la información que necesitan, sin publicidad encubierta de eventos pagos, sin banalidades, ni mucho menos con una colisión de intereses. El periodista tiene sus intereses como cualquier persona, pero si ellos van en contra de la información que por una cuestión ética debe difundir, está en problemas. Insisto en que me queda mucho por aprender, y probablemente el aprendizaje me lleve toda la vida, pero llevo 14 años dedicándome full time a esto y creo que el tiempo me ha "curtido" bastante. Por eso, cuando alguien te caga o se aprovecha de vos lo podrá hacer una o dos veces, pero después ya sabés a qué atenerte y cómo actuar. Me ha tocado lidiar con entrevistados insufribles, difíciles, los que te responden con monosílabos...y otros que no paran de parlotear y te demandan 20 minutos de audio, lo cual es muchísimo. Aún hoy me cuesta tener poder de síntesis: siento que si no publico los dichos textuales del entrevistado, la nota está incompleta, aunque todos sabemos que no es así.
Nunca hice una operación de prensa y jamás lo haría. Una operación de prensa consiste en publicar noticias falsas y extremadamente subjetivas en perjuicio de un tercero, generalmente un funcionario. Muchas veces, esto se hace a cambio de dinero o de favores de otra índole. No estoy dispuesto a hacer eso. El que se hunde, se hunde solo, no seré yo quien contribuya a cavarle la fosa. Estas "operaciones", como mencioné antes, no son gratis: hay muchos intereses creados y mucha guita en juego. Pero como en la vida todo vuelve, quienes ejercen estas prácticas luego tienen que volver a verle la cara a quien ensuciaron o difamaron. Por mi parte, no me creo el dueño de la verdad ni mucho menos, aprendo de mis colegas, tomo lo que me sirve, y el resto lo descarto. Cada uno busca ofrecer el mejor producto periodístico. Y la satisfacción de conseguir una buena nota, algo que despierte el interés de los lectores, es el mejor premio que podés obtener en esta profesión. Punto final.
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