2 de febrero de 2017

Nostalgia y melancolía son hermanas

Jueves por la tarde en la ciudad. Suena de fondo Radio Rivadavia. Me gustan los programas donde haya gente que hable, aunque sea de cuestiones triviales, que no haya sólo música. Tengo discos de sobra, de manera que si quiero escuchar música o una carpeta de MP3, puedo hacerlo sin problemas. Hoy tenemos un acceso a la información totalmente impensado hace 50 años. Internet, televisión, radio, celular... podemos interiorizarnos de lo que sucede por distintos medios que ni imaginábamos si siquiera remotamente. A menudo creo que nostalgia y melancolía son dos sentimientos amalgamados, digamos que una lleva a la otra. En ambos casos, sentirse melancólico o nostálgico por un tiempo prolongado es dañino, porque te perdés el presente, el "ahora". Y precisamente, la evocación funciona como un escapismo, como el hecho de recordar qué bien estábamos antes, qué flacos y jóvenes que éramos, cuánta prosperidad y abundancia teníamos. El paso de los años va desdibujando la realidad. La nostalgia hace que recuerdes con una pulsión diferente algo que en su momento fue una tontería, una estupidez intrascendente. Sin darte cuenta, le das importancia a hechos que cuando sucedieron no te afectaron demasiado, y que ni siquiera fueron relevantes, pero como el presente no es muy alentador, te refugiás en eso. 

A veces, hay sucesos que dejan una huella en nuestra vida, que realmente fueron significativos, pero paradójicamente los ignoramos, los pasamos por alto en el "mapeo cerebral". El bocho es selectivo, le otorga un recuerdo a situaciones totalmente aleatorias, si bien muchas veces hay un disparador. Una foto, una carta, un nombre, un libro, una canción. Pero si te quedás estancado, no vas a entender que la vida sigue, que el dolor va y viene, lo mismo que la felicidad. La felicidad plena no existe, es un mito, ninguna personal normal anda sonriente todo el tiempo. Dejá que la vida te sorprenda, y que te sientas feliz sin buscar explicaciones, simplemente disfrutando. Punto final.

A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...