25 de febrero de 2019

Crisis social y pibes sin educación

Desde hace años, la escuela se ha convertido en un espacio de contención más que de educación. Se busca que los pibes estén escolarizados (entiéndase por ello que concurran a una institución), que vayan a los comedores, y con suerte, que aprendan algo. Es un signo de los tiempos que vivimos, con familias disgregadas y chicos que atraviesan conflictos de todo tipo. Los maestros muchas veces no saben qué hacer. Es que ellos estudiaron a Piaget, Paulo Freire, y todos los grandes pedagogos, pero el mundo real es otra cosa. No es que la formación docente que recibieron sea mala, sino que no hay autores que analicen la educación en la Argentina Siglo XXI.

Como en toda profesión, hay docentes que se la juegan por los chicos y otros que dan vergüenza (de estos últimos padecí algunos). Y jugarse, no es ni más ni menos que reinventarse para que la enseñanza deje de ser un acto repetitivo y tedioso para convertirse en un acto de conocimiento. Ahora ni siquiera nos quedan revistas como Anteojito o Billiken, que nuestros padres nos compraban para las fechas patrias, no hay nada de eso. Sólo Internet y Wikipedia. Tan lejos, tan cerca. 

El que sabe leer se da cuenta al toque cuando un texto es copiado y pegado de Wikipedia. Ya no se ven en las bibliotecas todos esos chicos que consultaban enciclopedias y diccionarios, que se forjaban el hábito de buscar información. ¿Me estaré volviendo viejo? Si hasta el libro de cabecera que teníamos todos, "La tragedia educativa" de Jaim Etcheverry, tiene olor a viejo. Si a vos te dan una netbook en la escuela, el problema no es el aparato, sino el uso que le des. Los niños de hoy se aburren rápidamente cuando no se implementan estrategias aúlicas que los atraigan. Y los libros de Santillana y otras editoriales son una mierda. Compará esos textos con el viejo Manual de Kapelusz y vas a comprender lo que quiero decir. 

Precisamente, los docentes no saben que "comprender" no es lo mismo que "entender". Los alumnos entienden, pero no comprenden, que es un proceso más complejo. Obedecen si quieren, porque no sienten la obligación de hacerlo. Celular en mano, las horas desperdiciadas en el aula son horas que ese pibe no recordará de la mejor manera, sino como un breve tránsito por la ignorancia. Aprenderán aquello que les interese y les sirva, y el resto lo descartarán. ¿Cómo le vas a hablar a un pibe de Egipto o de la antigua Grecia cuando su universo es infinitamente más pequeño? ES lógico que no entienda o que no le interese. Si le hablan de su barrio, que es su lugar de pertenencia, probablemente la actitud cambiaría. Por ejemplo, hacerlos investigar sobre la historia de los barrios de Lobos. 

Reitero que esta nota no es un ataque hacia los docentes, ni pretende desacreditar su labor, sino un diagnóstico, quizás demasiado breve, de lo que veo y percibo a diario. Porque la escuela está inserta en la sociedad, no es una burbuja flotando en el aire. Punto final. 

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