3 de febrero de 2019

Primer domingo de febrero, recalculando

Un domingo cualquiera, con bastante abulia y mucha fiaca. La verdad es que este fin de semana no hubo noticias relevantes por cubrir, sin embargo siempre hay que buscar algo que resulte de interés público. La prioridad es nunca subestimar al lector, o pensar que con cualquier párrafo todo se arregla así nomás. Cuando tomo texto de otros medios, además de citar la fuente, trato de corregir los errores de ortografía que puede haber, o de darle una forma diferente que haga más amena la lectura. Hoy el día me otorgó tiempo libre para tomar unos mates, lo único que alteró la tranquilidad pueblerina fue la sirena de Bomberos, por un accidente cerca del paraje La Porteña.

A la tarde cayó un amigo a casa y nos pusimos a conversar un rato largo, tratando de esquivar la realidad que vive el país porque es algo que vemos (y padecemos) todo el tiempo. A veces, también, corresponde guardar silencio para no polemizar por estupideces, sobre todo en una sociedad tan prejuiciosa. En las relaciones humanas me molesta el doble discurso, creo que los argentinos somos expertos en declamar una serie de cosas para la tribuna que rara vez llevamos a la práctica en lo cotidiano. 

Como en todo trabajo, te tenés que topar frecuentemente con personas soberbias y vanidosas, que creen que todo se arregla con plata. El dinero no otorga autoridad ni poder, un cargo político quizás sí. Por eso es que cuando se ven despojados de esa posición de poder, se sienten ajenos al sometimiento que supieron ejercer sobre sus subordinados. De no ser así, no habria tanta fiebre reeleccionista en la Argentina, nuestros dirigentes cumplirían su mandato y luego se irían a su casa a tomarse un café. Tengo entendido que en Uruguay la Constitución no permite la reelección, por lo cual, los políticos se van rotando, terminan un período, esperan los 5 o 6 años que está el otro, y después vuelven. Nosotros somos tan necios que nos "compran" con palabras supuestamente patrióticas y llenas de buenas intenciones que nunca se plasman en los hechos. Esto ha sido siempre, pero es hora de que terminemos de ser víctimas de esa actitud cínica de quienes nos gobiernan. Pero somos nosotros quienes los pusimos en esa posición al haberlos votado, con el famoso voto útil, que consiste en votar al que creemos menos peor pero aún tiene chances de ganar. 

La izquierda, en términos electorales, no existe en la Argentina. Se quedaron en el tiempo hace rato. Tienen un promedio de 3 % de votos en las elecciones presidenciales, vale decir que no los vota ni el fiscal de mesa. Pero ellos siguen con su prédica, contra las multinacionales, contra todo lo establecido. Si cambiar el status quo fuera tan sencillo, todavia existiría la Unión Soviética y sus habitantes les darían amplio apoyo en elecciones libres. Punto final.

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  Esta es la última nota que escribiré durante lo que resta de 2024, así que no abusaré de vuestra paciencia en la lectura.   En primer lu...