25 de mayo de 2022

Como diría Soriano: Triste, solitario y final

Entre las enormes virtudes que tenía el recordado escritor Osvaldo Soriano, estaba la de titular a sus novelas de un modo sorprendente. Tal es el caso de "Triste, solitario y final", o "No habrá más penas ni olvido". Pero esa será la única mención que haré en esta nota, porque no pretendo hablar de literatura en esta ocasión.

Comencé a escribir esta nota el 25 de Mayo por la mañana y la di por concluida hace un rato de este jueves 26.  Más allá de lo protocolar y la evocación en las aulas, no estamos en tiempos donde abunde el fervor patriótico. No encontramos muchos motivos en la actualidad para que ese hito histórico que fue la Revolución se traduzca en una República consolidada. Y han pasado ya 202 años. Entiendo que es suficiente, ¿No? La noticia de ayer fue que un pibe del plantel de River metió 6 goles, la primera vez en la historia del club que un jugador alcanza esa marca en un solo partido. Se le nota talento y ganas de ir para adelante, lo digo aunque soy hincha de Boca de toda la vida. Ojalá encuentre lugar en la Selección, o mejor dicho, ojalá de den lugar para que pueda lucirse si es que mantiene ese nivel.  

Volvamos al principio. La democracia en sólo un sistema de gobierno. Pero aun así, nos costó muchísimo conseguirla. Hoy por hoy, cualquier país con cierto desarrollo tiene también una conducta a nivel institucional. Esto significa garantizar los derechos de los ciudadanos y mantener relaciones pacíficas con el resto del mundo. Lo que vemos acá, es que al Estado le importa muy poco los derechos de quienes lo mantienen con su aporte de impuestos. Y lo peor de todo, es que parece haber cada vez más trampas o "vivezas", que a decir verdad sólo nos conducen a la vergüenza y nos hacen más estúpidos. Sería inútil preguntarse qué vino primero, si el huevo o la gallina. El sistema de la corrupción está tan aceitado, que por momentos uno piensa que es lo único que, como sociedad, sabemos hacer de manera eficaz. Somos expertos en la incompetencia y en la burocracia. Y uno puede pelearla desde adentro, como han hecho muchísimos próceres, escritores e intelectuales, o bien mandarse a mudar, irse del país. Claro que, para esto último, hay que pensarlo muy bien, e inclusive no deja de ser un riesgo, porque nadie te va a acompañar si emprendés un exilio voluntario.

 Por lo general, los migrantes regresan a sus países de origen cuando ven que la situación mejora. El último censo arrojó como estadística que somos casi 47 millones lo que compartimos a la Argentina como espacio en común, y que hay poco más de 1 millón de mujeres en comparación con los hombres. Ahora, si se cruzan datos con la Dirección de Migraciones y se rastrea cuánta gente abandonó el país por más de tres meses, se obtienen cifras más reales en cuanto a los argentinos que tomaron una decisión que no todos comparten: Buscar un futuro fuera de casa. No lo sé, yo no podría suponer qué haría si me viera desahuciado y sin oportunidades, y si tuviera 20 y pico de años. Pero en mi situación actual, se me ocurre pensar que sólo me iría si hubiera una guerra civil o fuera un perseguido político. Afortundamente ninguna de las dos cosas hoy son frecuentes en la Argentina. Aprendimos algo que debería haber sido natural desde hace siglos, pero que sólo implementamos (como se pudo) cuando cayó la última dictadura.

 Hay que reconocer que la clase política es cuestionada en todos lados, no sólo en los países latinos. Pero la diferencia es que, en Europa o en EE.UU., de vez en cuando alguno renuncia o lo meten en cana. Y cuando eso ocurre, el tipo ya quedó "quemado" para la sociedad, es muy extraño que vuelva a ser candidato para algo, o que el presidente de turno lo vaya a tener en cuenta para un cargo. En cambio, acá se reciclan, saltan de un partido a otro, tienen el respaldo de jueces amigos para que las causas en su contra queden en la nada. Por no mencionar toda la guita que roban del Estado, cada vez sin menor pudor y con más desfachatez. Un presidente cualquiera puede alcanzar el apoyo popular en los dos primeros años, acomodar las cosas, pero después tanto él como su gabinete ya están instalados y se dedican al saqueo. Esa misma guita la usan para financiar futuras campañas y por si no fuera suficiente, tenemos un canal que no lo ve nadie (la TV Pública), y donde hay empleados militantes que cobran sueldos altísimos. La cantidad de personal crece porque cada gobierno, antes de retirarse abucheado por la tribuna, pasa a planta permanente a un determinado grupo de parásitos. Lo mismo sucede en los municipios, por ese motivo es casi imposible echarlos de la administración pública.

 Con respecto a la TV Pública, nunca vamos a saber para qué están ni qué hacen los okupas rentados (lo de ahora y los de antes), lo que sí podemos afirmar es que la programación es lamentable, los noticieros son poco creíbles, y cada nuevo gobierno que asume se apropia de él y lo toma como un trofeo de guerra. La solución sería privatizarlo y listo. A mí me gustaría que existiera un canal del Estado que ofreciera contenidos de calidad, pero quedó demostrado que es una expresión de deseo de mi parte y que a ellos no les importa ni les interesa. Tal es la impunidad, que -como recordarán- hace unos meses unos tipos del canal fueron a un banco cercano a los estudios y se llevaron $ 14 millones en efectivo (no me acuerdo de la cifra exacta), que supuestamente iban a ser destinados a una miniserie de Belgrano. Vamos, muchachos, cualquier explicación que se pretenda dar para retirar millones de pesos como si fueran caramelos es inútil. No hay justificativo alguno, es curro y nada más que eso. Retomo esto: El tener un cargo les otorga impunidad en la Argentina. Saben que nunca irán presos, que como mucho los procesarán o imputarán por sobornos o peculado, y en última instancia la Corte fallará a su favor. Son cómplices del narcotráfico, y más de uno se da un "saque", mientras minutos después hacen toda una puesta en escena porque debarataron un aguantadero en una villa. Pero claro, ellos toman de la buena, que no es la misma merca de los pibes que le dan al "paco" o aspiran pegamento en Plaza Once.

 Esos chicos son los seres invisibles, porque la gente que circula por la inmediaciones de Plaza Miserere tiene miedo de que le roben para comprar más falopa, cuando en realidad te pueden chorear en la Recoleta para arrebatarte un reloj, o romperte de un piedrazo el parabrisas mientras vas por un tramo de la autopista. Hay claramente una estigmatización ante el delito.

 Y ahora sí, reitero la pregunta del comienzo: ¿Cómo esperan, entonces, que nosotros evoquemos con entusiasmo lo que hicieron nuestros próceres hace 202 años? En dos siglos se trastocó todo, lo que podría haber sido un país próspero se convirtió en una constante alegoría al pasado en las fechas patrias. Tan poca voluntad hubo en este país por revalorizar la historia, que el Cabildo que vemos hoy es deprimente, ya que fue reconstruido en 1940, y antes había sido mutilado para construir para construir el trazado de la Avenida de Mayo y la diagonal Roca. Conclusión: Pese a ser Monumento Histórico, del épico edificio original sólo quedan las fotos. Tanto la Plaza de Mayo como los edificios aledaños son una muestra cabal de la retorcida obsesión argenta por demoler todo lo que se considere inútil o superfluo (a juzgar por el criterio de arquitectos y urbanistas varios), como si a los yanquis se les ocurriera tirar abajo la Estatua a la Libertad o el Capitolio. Bueno, a Cristina le molestaba tanto una estatua de Colón, que mandó a retirarla de los alrededores de la Casa Rosada y se la Costanera Norte, frente al Aeroparque. En una próxima nota abordaré más este tema. Nos estamos viendo pronto. Punto final.


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