Todavía es incierto pensar qué nos traerá consigo febrero, recién estamos transitando los primeros días. Obviamente es un mes corto, en el cual se celebra el carnaval, y cerca de mi casa ya hay varias batucadas que ensayan por la noche. Me gustaría poder alquilar una vivienda para obtener más independencia, pero mis ingresos no dan para solventar por mi cuenta todos los gastos. Es una realidad sumamente frustrante, hace unos días lo estábamos hablando con un amigo que está en la misma situación. Tiene un buen trabajo, gana bien, pero aun así, buena parte de su sueldo se le va en pagar cuentas. Basta con ponerse a hacer números para advertir la disparidad que existe entre lo que uno cobra y lo que debe desembolsar por mes para vivir solo y estar al día con los impuestos.
Hay
muchos chicos más jóvenes que yo que se enfrentan a un escenario similar,
seguramente están en pareja y quieren tener privacidad, pero no pueden hacer
frente a todo. Cuando vas a una inmobiliaria, es lógico que te pidan un mes de
depósito, otro de garantía, y otro para abonar el primer alquiler. Tengo
entendido que es así, o para resumirlo más fácilmente, tenés que pagar tres
meses juntos. Todos los que llegamos a cierta edad buscamos alcanzar
estabilidad, y no deja de ser frustrante que se haga tan cuesta arriba. Yo no
puedo afirmar desde cuándo es así, quizás siempre lo fue y yo me estoy
desayunando ahora que me pongo a hacer números. Lo concreto es que -para
disponer de una mayor oferta de inmuebles-, fue positivo que se haya derogado
la Ley de Alquileres. Pero en su lugar debería existir una Ley nueva, ya que lo
que regula la actividad hasta ahora es un decreto de necesidad y urgencia.
Mientras los
sueldos sigan siendo bajos, por mucho que se estabilice la inflación, no será
suficiente para recuperar el poder adquisitivo. Es algo de lo cual vengo
hablando hace tiempo, sin embargo, los meses pasan y no ha habido ningún cambio
que me motive a escribir algo distinto en ese sentido. Hay productos que
continúan en alza, como la carne, algunos lácteos, y los medicamentos. Sumado
ello a que los jubilados son quienes más consumen remedios, y muchos de ellos
ya no tienen la cobertura al 100 % del PAMI. Las recetas del Gobierno para
tener al dólar planchado no son tan novedosas como uno podría imaginarse. Ya
está todo inventado. Con las reservas del BCRA se va conteniendo el precio de
la divisa, y hay un evidente atraso cambiario. El precio del billete no es el
verdadero. Es una patraña más que no podrá perdurar por mucho tiempo.
La vida a menudo
se parece a patear un penal: alguien te eligió para hacerlo (el destino, tu
jefe, un Ser Divino, etc) y no queda más alternativa que dirimir la situación.
Para verlo de otro modo, tenés que tomar una decisión en soledad. Como sucede
en el fútbol, puede ocurrir que la claves al ángulo y sea un golazo, que el
balón salga desviado y vaya a parar a las nubes, o que el arquero ataje el disparo.
Lo que quiero plantear con esta parábola, es que si te lo atajan, alguien
adivinó tu intención y te ganó de mano. Si sale desviado, no fue al objetivo
propuesto, vale decir que la decisión que tomaste estuvo orientada sin hacer
foco en lo que tenías que resolver. Y si convertís el gol, te sentís un capo
porque acertaste y te fue bien. Al igual que los penales, que muchas veces se
dice erróneamente que son una lotería, decidir no es fácil. Porque el
guardameta estudia al rival, intuye para dónde va a patear, sabe que en esa
instancia se definen muchas cosas. Cuando emprendés la carrera para patear,
podés amagar y dejar descolocado al arquero, lo cual podríamos traducirlo como
que sos hábil para dar un golpe de timón antes de que el barco se vaya a pique.
La metáfora de
los penales, de los famosos "doce pasos", viene a mi mente cada vez
que presencio un partido y veo la tensión inevitable entre el que defiende el
arco y quien trata de vulnerarlo. El llanto, la angustia, la euforia, todo
puede pasar en menos de un minuto. Te tocó patear a vos y en ese momento sólo
existen dos personas, aunque el estadio esté lleno de gente. Una vez que
ejecutaste el disparo ya no hay marcha atrás, la pelota no irá donde ella
quiera, sino donde vos elegiste en base a tu virtuosismo o de tu torpeza. Pero,
reitero, hay otro que también busca ganarse la gloria, el arquero. Por lo cual
podemos deducir lo siguiente: la decisión que tomes está condicionada a la
respuesta de aquellos sujetos directamente afectados de ella. Y como sucede en
el deporte, de la euforia al llanto no hay tanta distancia como parece. El
jugador que pateó mal seguramente pasará todo el día maquinándose,
preguntándose a sí mismo que fue lo que falló. Es lo inesperado, lo
imprevisible. Por eso, en la vida 2 + 2 no siempre es cuatro. Punto final.