7 de julio de 2005

El vacío es un lugar normal



A menudo, nuestra vida se parece bastante a un racimo de senderos que, llegado un punto, se bifurcan, pero que no van a ninguna parte. Antes de que el lector se horrorice, le confieso que me da vergüenza haber perpetrado una frase tan cursi como la anterior, sobre todo mientras el cursor del procesador de textos, titila, desafiante, invitándome a borrar la pelotudez que he escrito segundos antes, pero en este momento de mi vida los hechos me demuestran que es así.

Como ser medianamente sociable que soy, comparto lo que me sucede con otras personas, y cada día me convenzo más de que la apatía y el no saber qué estamos haciendo de nuestras vidas es un común denominador.

Nadie sabe bien para qué vive, y -en realidad- estamos demasiado ocupados intentando sobrevivir como para hacernos planteos metafísicos. El que tiene un trabajo (en negro, en blanco, o en gris), lucha tenazmente por mantenerlo, a expensas del jefe que te putea y/o forrea impunemente abusándose de su posición jerárquica. El que no tiene trabajo, lucha por conseguirlo, y en ese interín, ve mirar la vida desde un costado. Siente que se le va el tren, y que no llega a alcanzarlo.

El nivel de agresividad, de locura, de paranoia que hay en la calle es alarmante. Basta detenerse unos instantes a observar los rostros de los ocasionales traseúntes. Esto nos hace cada vez más alienados, cada vez más encerrados en los círculos íntimos (familia, amigos, un puñado de buenos conocidos y malos por conocer).

La fotografía de las autopistas que se cruzan entre sí no es casual. Es cierto que podría haber escogido una imagen mejor, o más referencial, pero es una imagen bella. Ese arroyo de aguas azules, que quziá existió cientos de años antes de que a un grupo de ingenieros se le ocurriera arruinar todo vestigio de belleza natural con ese monumento al mal gusto que son las autopistas. Ese arroyo, ese río, somos nosotros. Y esos caminos, que no sabemos hacia dónde carajo van, podría ser:

-El laburo.

-Los hijos (si los hubiere).

-La novia/o (si lo hubiere).

-La necesidad de subsistir.

-El deseo de trascender, de que alguien nos recuerde, de no ser dos números entre dos paréntesis, como en las enciclopedias. "Fulano de Tal, (1945-1982). Director de cine sueco". Siempre me pareció muy loco que la vida de una persona quedara reducida (con suerte), a dos paréntesis.

- Ser feliz.

Pero tal, vez lo extraño de todos esos caminos es que, consiguiendo como orientarnos en este último, ya tenemos vía libre para los otros.

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