13 de mayo de 2009

Chocolate caliente y muchas frazadas en la cama


Súbitamente, como ocurre casi todos los años. Sin pedir permiso, quizás respondiendo al reclamo de los comerciantes que hace un mes exhiben pulóveres y camperas en las vidrieras de las tiendas de ropa, llegó el frío. No es un frío polar, desde luego, pero es suficientemente intenso y molesto como para forzar un cambio de planes y hacer que uno posponga actividades al aire libre para quedarse en casa viendo algún documental por TV o una película. Voy a tener que comprarme algún abrigo para poder afrontar este invierno en ciernes, los que tengo actualmente ya evidencian el irremediable paso del tiempo y no va a quedar otra alternativa que reemplazarlos. No me gusta gastar en ropa, nunca fue una prioridad para mí, pero no quiero caer presa de algún virus por no salir a la calle preparado para afrontar las bajas temperaturas. Esta semana la comencé con un extraño cóctel de ojos llorosos, catarro, y congestión nasal, por lo cual recurrí a los antigripales y aspirinas de rigor para ver si volvía a mi estado habitual: por el momento (hoy es miércoles) , nada. Un tenue alivio, pero que no alcanza para que me sienta completamente bien. Tampoco ayuda el hecho de que no me gusta permanecer recluido en mi casa. Un rato me parece bien, pero todos los días me gusta dar un paseo por el Centro o por el Parque si el tiempo me lo permite. Ya estamos metidos de lleno en un clima pre-electoral que me resulta insoportable, y que genera una histeria colectiva cuyas consecuencias finales son inciertas. Estoy escuchando algunas cosas de Joaquín Sabina, un tipo que nunca me despertó mucha simpatía, no sólo por borracho y drogón, sino porque esas dos condiciones que se le atribuyen han hecho mella en su talento (poco o mucho, no vale la pena entrar en discusiones). En los primeros discos su voz está en la plenitud, si bien todavía no había alcanzado una madurez compositiva. En su etapa más reciente afinó el lápiz y compuso mejores canciones, pero ya estaba en un estado físico deplorable como consecuencia de los excesos. Hay un par de discos recomendables, como "El hombre de traje gris" (1988), y "Esta boca es mía" (1994). Sabina es una celebridad en Argentina, llena estadios y teatros, y un fanatismo difícil de explicar, mientras que en España se lo ve como un compositor que supo tener éxito comercial y que actualmente está en decadencia o en un retiro forzoso hacia Latinoamérica. En fin, puntos de vista, ¿no?

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