6 de mayo de 2009

El eterno debate entre objetividad y subjetividad


Llegamos a mitad de semana, y cuando uno analiza lo que pasó en estos días siempre se puede ver "el medio vaso lleno" o "el medio vaso vacío". A mi criterio, la subjetividad es intrínseca en todos los órdenes de la vida, pero resulta un punto de áspero debate cuando de trata del periodismo. El mero hecho de que yo titule una crónica periodística incluyendo un adjetivo (por ejemplo, "trágico accidente", "humillante goleada", "agónico final", etc. ) implica una carga de subjetividad que resulta imposible de soslayar y que es inherente al quehacer periodístico. De lo contrario, todas las noticias quedarían reducidas a un mero parte de prensa al estilo de los que brinda la Policía: "Dos vehículos conducidos por Fulano y Mengano colisionaron en la esquina de las calles Juan Pirulo y Carlos Montoto con el saldo de una persona herida". Eso no es periodismo, al menos a mi entender. Si bien es cierto que algunos títulos tienen "gancho" con la evidente intención de despertar el interés del lector, es un recurso válido y que debería ser aceptado en la medida que sea empleado responsablemente. El "periodismo objetivo" no existe, o en todo caso equivale a una noticia escueta, neutra, carente de sustancia, donde el redactor evita involucrarse en los hechos como si ello fuera pernicioso. En una columna de opinión, hay un margen amplio para la subjetividad, tanto en el título mismo del artículo como en el contenido del resto del texto, y el lector sabe y conoce que el firmante de la columna emitirá allí un juicio de valor con el cual puede coincidir o no, pero que resulta sin lugar a dudas fruto de un análisis, de sopesar los hechos, de evaluar las consecuencias que traerá aparejada una determinada acción, sin que ello implique hacer futurología. Sin la subjetividad, sin ese "valor agregado", el periodismo quedaría reducido a su mínima expresión, carecería de profundidad, y no podría indagar desde un punto de vista determinado por el propio periodista acerca de la realidad cotidiana. Desde luego, hay distintos niveles de subjetividad, que como mencioné antes, son funcionales al tipo de texto que se pretenda redactar, y a la reacción que se pretende despertar en el lector, desde un impacto emocional hasta una indignación generalizada. Pero - y he aquí el detalle- esto no debe confundirse con la manipulación de un hecho informativo, que es algo completamente ajeno a todo los expuesto, dado que entran en juego otros factores como los intereses publicitarios o comerciales de la empresa periodística. Podría escribir largo y tendido sobre el tema, pero a veces me cuesta creer que haya personas que se rasguen las vestiduras por lo que consideran una ausencia de "objetividad" en el periodismo.

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