28 de julio de 2009

Si hay dinero, que no se note


No deja de llamarme la atención la cobertura que los medios hicieron de la pareja que ganó un premio millionario jugando al Quini 6, en la localidad de Magdalena. Cuando el matrimonio, con sencillez y sin estridencias, expresó ante el asedio periodístico que seguirían trabajando y que tratarían de que su vida continuara lo más normal posible, el argentino fachista promedio se encolerizó: "¿Cómo puede ser que con la fortuna que ganaron piensen en seguir trabajando?", era el comentario ineludible. Tengo varias objeciones que hacer al respecto. En primer lugar, ¿que esperaban que dijeran? Seguramente, algo así como: "con esta guita no vamos a laburar nunca más y nos vamos a pasar el resto de nuestras vidas viajando por el mundo". Cabe la posibilidad de que la "pareja de oro" planee en secreto algo semejante, o bien que realmente estén diciendo la verdad y decidan seguir adelante con sus vidas procurando pasar desapercibidos dentro de lo posible. Además, seamos serios: ¿qué podés decir en un momento como ése? Como nunca me sucedió, no se me ocurre ni siquiera remotamente pensar en mi eventual reacción, pero seguramente trataría de que mi rostro no aparezca en público porque al ser "el hombre de los millones", en un país donde la vida no vale nada, no sería extraño que resultara víctima de un secuestro o de cualquier tipo de daño hacia mi persona para despojarme de mi súbita fortuna, en particular si tenemos en cuenta la repercusión inmediata, ese juego de "estímulo-respuesta" que genera todo aquello que aparece en televisión. Esta gente, que de un día para otro se entera que ganó 24 millones de pesos (17 millones netos), no tiene por qué hacer un comentario ocurrente, gracioso, o como quieran ustedes llamarlo cuando se enciende la cámara. Obviamente que están felices, probablemente todavía no les "cayó la ficha", pero cuando los vi por TV no sentí envidia ni nada que se les parezca. Parecían personas mesuradas, honestas, y que se procedían con admirable moderación en un momento de shock emocional. Ojalá que disfruten el dinero y que hagan lo que mejor les parezca, y si quieren seguir trabajando porque prefieren hacer lo que les gusta antes sucumbir al ocio improductivo, están en todo su derecho.

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