6 de septiembre de 2009

Filosofía barata sobre el fútbol

Incapaz de acceder (al menos por ahora) a grandes logros o satisfacciones, uno se va conformando con pequeñas boludeces, viñetas cotidianas que en definitiva constituyen buena parte de nuestras vidas.
Un buen ejemplo de lo expuesto más arriba, es el partido de Argentina y Brasil por las Eliminatorias del Mundial. Como los lectores saben, el fútbol no me apasiona, pero la remota posibilidad de ganarle a Brasil siempre tiene un sabor especial. El resultado demuestra que eso no ocurrió, que volvimos a perder, y que el nivel del equipo es alarmante, si tenemos en cuenta la calidad individual de los jugadores que lo componen.
Ver un partido de fútbol por TV puede ser un ejercicio interesante incluso para quienes no gustan de ese deporte. Observar cómo la gente se enfervoriza o grita un gol a la pantalla con el rostro desencajado, aunque se trata de algo habitual, no deja de llamarme la atención. La decepción por la derrota también se percibe en el ánimo popular, y quizás sea el momento de reconocer (de una vez por todas) que la Selección hace tiempo que no ofrece un buen juego. Por otra parte, si pretendemos que nuestra felicidad dependa del desempeño de un equipo (sea cual fuere), estamos perdidos.
Volviendo al comienzo del texto, si tomamos al partido como una "pequeña boludez" dentro del día, que nos puede prodigar un momento grato o no, nuestro enfoque cambia. La vida se construye en base a pequeñas cosas. Los lugares de privilegio, los honores, los premios, la gloria, están reservados para unos pocos, que a veces ni siquiera son merecedores de ocupar esa posición. Pero la vida es injusta, y no tiene ningún sentido renegar contra quienes ocupan esos espacios que creemos que nos merecemos. Escuchar un disco, comer un asado, leer un libro, también entran en la categoría de "pequeñas boludeces cotidianas" que mencioné. Incluso, podemos considerarnos privilegiados, porque hay mucha gente que no tiene tiempo ni dinero para esos momentos de distensión.
Este post no es una "oda al conformismo"; es simplemente un llamado a poner cada cosa en su lugar y en su justa dimensión. Para mí, el único acontecimiento histórico que ocurrió en la Argentina este 2009 fue la muerte de Alfonsín, un hombre que a su modo, como pudo, nos hizo vivir en democracia y nos enseñó a no descalificar ni agraviar al otro. Un partido de fútbol, aunque sea la final de la Copa del Mundo, quedará en la historia de las crónicas deportivas pero no le cambiará la vida a ninguno de nosotros.
Por último: estoy con bronca por haber perdido contra Brasil, no lo voy a disimular, pero yo tengo que seguir viviendo, y ni Messi ni Kaká me van a pagar los gastos que ello implica. Así que, el partido se jugó, se perdió, y a otra cosa. Mañana será otro día.

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