25 de julio de 2010

Crónica de un domingo cualquiera


Volviendo al texto anterior... les cuento que no que vi, en rigor de verdad, no alcanzaba a ser una llovizna, era una suerte de rocío en medio de la noche. Luego fue creciendo la intensidad del agua que caía sobre los caminantes noctámbulos, y fue entonces cuando me percaté de que no me quedaba otra que refugiarme en mi casa. Una vez resguardado con cuatro paredes, mi firme intención era ir directo a la cama, pero antes de hacerlo quise despuntar el vicio de escribir sin tener nada planeado.  Lo cierto es que me cuesta conciliar el sueño, aunque no se trata exactamente de insomnio. Bueno, la cuestión en algún momento me dormí (5 AM calculo), pero a las diez de la mañana ya estaba despierto. Mis intentos de volver a dormirme fueron vanos, pero ya estoy acostumbrado.
 
Me quedé boludeando hasta cerca del mediodía, pero llega un punto en que el ocio ya deja de ser placentero, y es hora de retomar las actividades cotidianas. Porque aunque detestamos la rutina, debemos ser conscientes de que sin ella, la vida misma se vuelve un desorden. Los horarios de lo que tengas que hacer podés modificarlos si te es conveniente, pero necesitamos de un esquema, de una estructura. 

Tengo ganas de redactar una nota, bien fundamentada, respecto a la polémica que existe en Lobos con el estacionamiento medido. Sucede que cada uno argumenta sus razones en función de su conveniencia, y cuesta llegar al meollo de la cuestión: ¿Está bien? ¿Esta mal? ¿Sirve para algo, además de para dejar las calles del centro desiertas e inhóspitas como si se tratara de un pueblo fantasma? En un pueblo conservador, no en términos políticos sino en el devenir habitual que lo caracteriza, cualquier cosa es motivo de una resistencia por el sólo hecho de oponerse. Se trata de algo que pude decodificar al cabo de un tiempo. Seguramente, si esta medida la hubiera implementado otro gobierno, los burgueses de Lobos cerrarían el culo y no objetarían nada. Pero así funciona: "Burgués" es una palabra demodé, más propia del pensamiento de la izquierda, sin embargo no deja de ser válida como un intento de graficar con sencillez a esa gente que todos vemos y que se creen los grandes señores. 

De todos modos, convengamos que con temas que afectan directamente el bolsillo no resulta sencillo hacer un análisis despojado de prejuicios. Quizás como yo no tengo un auto y no creo que vaya a tenerlo en el corto plazo, no puedo opinar sobre los inconvenientes que esta modalidad trae aparejada, pero sin lugar a dudas tengo la capacidad de ponerme en el lugar de la persona que es dueña de un vehículo y que casi sin darse cuenta descubre que debe pagar para estacionar, algo que antes hacía sin costo alguno. 

Cuando tenga tiempo y ganas, voy a hilar más fino sobre esta cuestión, porque últimamente he escuchado decir muchas estupideces sobre el estacionamiento medido de parte de varios bobos que ni siquiera conoce cómo funciona el sistema o qué objetivos persigue, además de "hacer caja". Nos estamos viendo pronto.

Crónica de una sociedad en ataque de nervios

Comenzamos la semana. Ayer saltó la térmica y media casa permaneció a oscuras mientras intentaba escribir estas líneas. Así que tuve que int...