11 de enero de 2011

Cómo no perderse en el túnel del tiempo



La elección de la foto que ilustra este post está referida a la noticia más impactante de la década '00.¿Quién no recuerda ese momento, dónde estaba cuando sucedió, o cómo se enteró? El atentado a las Torres Gemelas generó una conmoción mundial, a la cual sobrevino una persecución a los inmigrantes y la invasión de Irak. Ni siquiera merece calificarse de guerra, puesto de las fuerzas armadas iraquíes poco pudieron hacer para resistirse. 

En fin...volvamos a 2011. Es martes por la noche y estoy en el cuartito de mi casa, actualizando el blog, transitando una semana que parece ser "chata" y de pocas noticias relevantes. Uno percibe un humor extraño en la gente, como si el verano hiciera que todo fuera más lento y más aburrido que de costumbre. El verano es sinónimo de distensión y vacaciones cuando uno es adolescente, pero el paso de los años le otorga una impronta más realista. Hay que seguir, y no está mal que así sea, porque el país no puede estar paralizado tres meses, ni tampoco el Gobierno puede abusar de los feriados para fomentar la vagancia y el ocio inútil. No es cuestión de renegar de todo, pero hoy por hoy, yo no sé si la pasaría bien yendo de vacaciones a la Costa, ya sea en Mar del Plata o en cualquier otro sitio. En realidad, no busco nada exótico ni sofisticado.

Me siento incómodo cuando los demás hacer alarde de su sospechosa prosperidad económica con gastos que superan los límites de lo razonable. Irse unos días a Mar del Plata está bárbaro, desde luego, aunque más no sea para salir de este burbuja que es Lobos. Pero lo que siempre quise hacer, y algún día lo voy a concretar, es agarrar el auto, o tomarme un micro cualquiera, y bajarme en el primer pueblito que me guste, sin pensar si tiene cines, teatros, playas o boliches. Conversar con la gente, ver cómo viven, estar en contacto con otra realidad, es muy enriquecedor. Aunque a veces los contrastes nos hagan sufrir un poco.
Ayer murió María E. Walsh, que no será tan popular como Tinelli o Susana Giménez, pero aportó a la cultura argentina mucho más que estos dos emblemas del rating televisivo. Por supuesto, la comparación no tiene mucho sustento si la analizamos desde el impacto que cada uno tuvo. Es como comparar el fallecimiento del Premio Nobel de Medicina César Milstein con el de Sandro. Los ídolos populares están más allá de la razón, y eso ha sido siempre. Y cuando sobreviene la muerte de alguno de ellos comienzan los recuerdos, la vigencia, el legado, el merchandising. Muchos jóvenes no saben quién es Juan Alberto Badía, pero la está pasando muy mal de salud y fue uno de los locutores y animadores de mayor éxito en los '80. Lo que sería, la era pre-Tinelli, cuando había un programa que se llamaba "Badía y Compañía", los sábados por Canal 13, que duraba ocho horas. Pero como todo es tan fugaz, inclusive el éxito, hoy Badía tiene un perfil muy bajo y sólo es recordado por quienes lo pudimos ver en los dorados años ochenta, cuando el concepto de "TV pública" era muy diferente al que tenemos hoy. Así son las cosas, y cada día me convenzo más del valor de preservar los recuerdos sin caer por ello en una nostalgia patológica que nos lleve a renegar del presente y a vivir sin proyectos.

Crónica de una sociedad en ataque de nervios

Comenzamos la semana. Ayer saltó la térmica y media casa permaneció a oscuras mientras intentaba escribir estas líneas. Así que tuve que int...